048. Apolo: El De Las Preguntas Complejas.

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Entre su sufrimiento actual 

—No sé a lo que te refieres.

Tengo pánico.

—Sé lo que estás haciendo, Cass,— Me toma por la mejilla con suavidad,— ¿Acaso sabe él lo que hiciste?

—Sabe que no fue el primero,— Lo tomo por la muñeca y empujo su mano lejos. Entiende la indirecta, bastante directa, y da un par de pasos lejos de mi,— Pero no sabe quien fue.

—¿Y qué opina al respecto?

—Yo no fui la primera cuando él era semidiós,— Respondí,— Y para la vez que nos reencontramos habían más entre la última vez que estuvimos juntos y esa. Si alguien quisiera estar molesto, no sería él.

—Ya veo,— Se muerde el labio,— ¿Estás nerviosa?

—No, Apolo. No me pones nerviosa hace décadas.

—¿Estás segura?

Es mentira. Si estoy nerviosa, él me tiene nerviosa, pero no por los motivos que le gustarían.

—Dices que sabes de él y yo...¿Qué vas a hacer al respecto, ah?

Algo en él cambia. No quiere hablar de Nico pero, realmente, no hay otra cosa de la que yo quiera hablar.

—Algo muy simple, la verdad,— Toma mi mano y vuelve a apoyar la otra mano en mi mejilla.

—¿Qué haces, Apolo?

Los labios del dios alcanzan los míos, e igual de rápido se aleja de mi. Se ríe al ver lo molesta que me ve, lo severo de mi mirada.

Le golpeo la mejilla. Lo quiero fuera.

—¿Estás enojada?

—Por supuesto que si, imbécil.

—Eras más divertida cuando estabas conmigo.

—No va a pasar nada entre nosotros,— Estoy atrapada entre mí mesa y su cuerpo. Lo hago a un lado y me libero de ese espacio que me hace sentir ahogada,— Estoy con él, lo amo. No te quiero aquí.  Además, hace demasiado calor contigo aquí.

—¿Por qué soy muy sexy?

—Porque eres, prácticamente, el puto sol.

—Los dioses del Inframundo dan miedo. Tocarlo a él debe ser como tocar un cadáver, ¿No? Es decir, era un semidiós, ¿Qué pasó con la parte semi? ¿Está muerta? Tal vez es un cadáver y nosotros ni enterados.

Apolo, deja de hablar tonterías de él. Lo amo, soy feliz, ¿No puedes estar simplemente feliz por eso? Por favor, vete.

—Sólo venía a...—Toma una de mis manos entre las suyas. Deja algo y rápidamente mi puño está cerrado,— Pedirte que te casarás conmigo. No necesitas responderme ahora.

Se me va el alma a los pies y sé que estoy pálida.

—¿De qué estás hablando, Apolo?

—Vas a tener que tomar una decisión, Cassie... Yo no dejaría que nadie te vuelva a hacer daño.

—Apolo, tú sabes que--

Se desvanece frente a mí y ahora sólo tengo un anillo en la palma de mi mano.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora