024. Perséfone: Reina.

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El picaflor no rechistó cuando apartaron a aquel que lo amaba, y su mundo se vio cubierto de la oscuridad del cuervo.

Cassandra se duerme con el rostro apoyado en mis faldas, y con la tasa de té a medias junto a nosotras.

Peino su cabello, como cuando era pequeña, y más temprano que tarde, una lágrima caliente se desliza por mi rostro.

He llorado tanto por Cassandra que a veces cree que jamás dejaré de hacerlo.

Lloré cuando descubrí que mi madre había decidido arrebatar a esa semidiosa de una vida más o menos normal e insertarla en una vida de diosa

"Sefone," Aún recuerdo a esa pequeña niña que mi madre había llevado a casa una vez, hace tanto tiempo. "Sefone, no llores"

Lloró cuando Cassandra se volvió terriblemente infeliz.

"Debes dejarla ir," Limpió la lágrima de su rostro, con la furia hirviendo en su icor. "Ella no pertenece, al igual que yo no te pertenecía."

Llore cuando Cassandra se marchó al campamento mestizo.

"Cuando veas como es el mundo de los mortales por primera vez, vas a ser tan feliz, Cass." Recuerdo abrazarla y estar tan emocionada y feliz por ella que lloré. Decidí no decir lo mucho que iba a extrañar el mundo mortal cuando debiese volver al Olimpo.

Lloró cuando volvió al Olimpo.

"Perséfone," La voz de Tánatos está fresca en mis recuerdos, al igual que el dolor y la sangre. "Perséfone, es hora."

Lloré poco después, cuando Hades decidió ayudar a Nico.

"¡Si haces eso--"

"Si hago eso, ¿Qué? Es mi hijo, no puedes pretender que no lo ayude."

"Si haces eso," Suspire con dificultad. "Si haces eso, no me volverás a ver jamás."

(Eso fue una mentira)

Y ahora lloro, porque quiero protegerla pero no puede, nunca he podido y jamás podré.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora