009. Deméter: Madre.

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Era valiente, cuidadoso con sus palabras y amaba sin ataduras, ni miedo.

Hubo una reunión. Muchos dioses, todos los Olímpicos y varios en representación de dioses menores.

Cassandra se asoma y los observa, casi aburrida. Una mortal que no está más que somnolienta ante la imagen del dios de la guerra, y el dios de la muerte, de la diosa de la magia y la diosa de la noche.

El dios de la pérdida se asoma entre los dioses que han venido en representación de todo el Inframundo. Apenas hace unas décadas habíamos visto a Nico Di Angelo nacer y morir, pero ya era un dios por su propio derecho, un dios que se ha hecho un nombre y que hoy apenas es diferente del resto de nosotros.

Mis ojos vuelan hacía Cassandra, que hace segundos estaba a punto de dormirse y ahora se ve hipnotizada con la vista de los recién llegados.

Cierro los ojos, y me siento en silencio, en mi trono. Levantó la vista, y veo a quien fue Nico Di Angelo mirándola también, igual de absorto.

Intoxicados por la mera presencia del otro.

Mis ojos van un poco más allá, donde Perséfone se sienta junto a su esposo.

Ambas son niñas de mi vientre, ambas son mis hijas.

Ambas creen que no lo sé. Cometen, juntas, el error de creer que por ser diosa no soy una madre como cualquier otra, que daría la vida por hijos cuyos pecados conozco tan bien como los propios.

Mis ojos van hacia el chico, nuevamente, el chico que no cree que algo tan vivo como Cassandra debería estar prometido a él.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora