021. Deméter: Familia.

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Excepto

No le dejo de rezar agradecimientos a Hestia hasta que estoy encerrada en mí dormitorio. No sé a qué otro dios atribuirle la tranquilidad brindada a mi familia hoy: si fuera de otra religión, alegraría que es un milagro que mi madre se haya comportado así.

Me hace falta un sólo vistazo en el espejo para deducir que me urge un baño. Me desvisto y prepararo mentalmente para el agobiados trabajo que supone lavar todo mi cabello. Madre jamás me ha permitido cortarlo, pero generalmente no importa.

Me mire al espejo, analizando mi aspecto, que de repente me parece ajeno. 

¿Estoy más pálida? 

No, eso no es posible. No he perdido tantos días de sol como para haberme puesto pálida. Las diosas, como mi hermana, ellas cambian de aspecto con facilidad.  Perséfone, una diosa, no sería extraño que se volviera más bronceada a voluntad para que madre no le diga nada respecto a su color de piel.

Entré a la bañera, y mi piel arde al contacto con el agua que desprende vapor. Apoyo el cuello en el borde de la bañera, y dejo que mis músculos se relajaran en el agua.

¿Qué le habrá pasado a mi madre? Jamás hubiese aceptado que entrase a casa sin explicación, a pesar de haberme castigado.

Me agradaría mucho más vivir así con ella. Sin exagerar tanto cada una de mis ausencias, sin ponerse histérica porque me he marchado mucho tiempo. Así me hacía sentir más "yo", más Cassandra y menos nueva Perséfone, más su hija y menos... Menos un reemplazo de la hija que realmente quiere.

Más una semidiosa, menos una diosa semi-permanente.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora