052. Nico: El Monstruo.

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Le dio la oportunidad,  

—Le das algo que pueda sostener en la palma de su mano sin destrozarlo,— Las palabras de Perséfone lo atormentan, y de repente se siente tan pequeño que es una vergüenza llamarlo un dios,— Le das algo dulce, y le dices que lo conserve.

—Vete de aquí,— Murmura él. El recuerdo de la tarde con sus sobrinos se desvanece, y una vez más no puede aferrarse a los bueno para que lo malo no le haga daño.

—Lavas la sangre de sus manos,— Perséfone se acerca, como un tigre a su presa,— Dices su nombre, una y otra vez, como si fuera algo absoluto.

"Así es. Fui un semidiós."

"Y te llamabas Nico."

"Me llamo Nico, sólo que ya nadie me llama así."

La voz de Cassandra es como un eco, por siempre. Un eco perdido en el tiempo, en las oscuridad, en las sombras, en el frío.

"Te amo, Nico"

"¡Nico!"

"Nico, no"

"Nico, por favor."

"Te creo, Nico."

"Nico, me estás haciendo daño."

—Lo perdonas,— Los ojos de Perséfone están llenos de lágrimas que no caen, y Nico se voltea para encontrárselos y maldecir porque son los mismos ojos de su hermana,— Lo perdonas.

—He pedido perdón mil veces,— Responde él, cansado. Era la segunda vez que ella recita ese poema, pero ahora es radicalmente diferente,— He pagado mis pecados, he hecho lo humano y lo divino por su perdón.

—Nunca será suficiente,— Dice ella,— Y tendrás que vivir con eso. Puedes llenarla se riqueza, de alegría, hasta podrías darle alguna libertad insípida... No importa. Nada de eso es suficiente.

—'Séfone... Yo la amo.

—No,— La diosa lo mira fijamente, se ve furiosa y peligrosa,— No vuelvas a decir eso jamás. Solo le haces más daño. Tú no la amas.

—Perséfone...

—No le haces lo que le hiciste a los que amas.

—Fuera de aquí.

—Puedes hacerme olvidar a mi, a ella, a madre, a tu padre, a todos... Pero no a ti. El dios de la perdida, que constantemente pierde, es también el dios de los recuerdos que no puede olvidar. Estas condenado, igual que yo.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora