80. Nico: Libertad.

429 53 4
                                    

del primero,

—Sé porque viniste a mi en primer lugar,— Se acerca a mi, que estoy sentada en la cama, un cepillo en mis manos,— Cuando era dios, quiero decir.

—¿De qué hablas?— Paso el cepillo por mi cabello una última vez, y después lo sostengo con ambas manos y una fuerza desproporcionada.

Estoy nerviosa. Si lo sabe, de verdad que no quiero que desprecie lo que tenemos ahora.

—Sé que me amas,— Se sienta a mi lado en la cama,— Pero sé que esa no es la única fuente de tu interés por mi.

Ha estado todo el día extraño. Frio, distante. Quiero atribuirlo a la muerte de su hermana, sé que así mismo ocurrió la primera vez que ella murió.

Él no es así conmigo. Nunca. No es que yo sea especial y mi mera presencia deba sacarlo del posible duelo que está viviendo, pero quiero creer que sabe que puede confiar en mí para esto, que me tiene a mi para desahogarse y llorar y que lo amo y no hay nada que pueda hacer para cambiar eso.

—No te entiendo,— Tengo la boca seca. Tomo su mano, y lo miro a los ojos,— ¿Qué ocurre, mi amor?

—No deberías amarme, Cass,— Sus ojos rojizos me hacen temblar,— Nunca debiste hacerlo.

—Pero lo hago,— Lo miro a los ojos,— Te amo ahora, y para siempre.

Me mira a los ojos, y me extiende su otra mano con las semillas de granada reposando allí.

—Sé que esto es lo que quieres.

—Nico...—Lo miró a los ojos, con cierto miedo. Empujo su mano hacia él y rechazo por completo la que creí era la llave de mi felicidad,— Yo te quiero a ti.

Por décadas pensé qué podía hacer para salir de Olimpo, tener libertad, y ahora que él me presenta la clave para eso, las semillas, las estoy rechazando porque no quiero herir sus sentimientos, quiero que entienda que ya no se trata de otra cosa que nuestro amor.

—Si te doy esto eres libre de tu madre,— Me dice él,— Pero no quiero que vuelvas a hablarme jamás.

El cepillo que estoy sujetando se parte en dos.

-o-

Granada | Fruta Prohibida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora