Granada | Fruta Prohibida.

045. Cassandra: La Nerviosa.

No supo que el tiempo 

Cassandra le sonrie a Apolo, que va pasando frente a su casa. El dios del sol se detiene, y después de saludarla con la mano, camina hacía ella. 

(Hay una duda, una timidez en el ritmo que lleva al caminar, y ninguno de los dos está dispuesto a hacerle frente a eso)

—Hola,— La joven pasa un mechón de cabello tras su oreja, mirando al dios del sol de pie frente a ella,— ¿Qué haces aquí?

—No sabía que hay zonas prohibidas para mí en el Monte Olimpo,—Responde él, con una sonrisa.

—Estoy segura que mi madre te tiene prohibido estar aquí,— Cass también está sonriendo.

—Necesito hablar contigo,— El dios de la poesía toma delicadamente la mano de la hija de Deméter, para después guiarla junto a él al interior del hogar de la misma.

Cassandra se siente ligeramente nerviosa, pero intenta que se no le note. Se deja guiar por Apolo por los pasillos hasta llegar a su propio dormitorio, donde él cierra la puerta después de que ella entre.

—¿Qué pasa?— Le pregunta ella, sentándose en el borde del escritorio que tenía allí. No quiere mirarlo mucho, pero la situación se le hace incómoda.

—Te he estado mirando últimamente,— Dice él, caminando por el dormitorio y examinando las paredes cubiertas de rosas,— Estos últimos años, a decir verdad, y no he podido evitar notar que te ves... Más feliz.

—¿A qué quieres llegar, Apolo?— Lo mira, con cierta desconfianza, y se echa inconscientemente hacia atrás cuando él se acercó.

—¿Estás nerviosa, Cass?— El dios pasa un mechón rebelde de cabello tras la oreja de la más joven, ocasionando que ella se sonroje. Quiere preguntar si es que él estaría celoso, si es que la ve. Decide no hacerlo,— porque creo que estás nerviosa.

Mierda.

—En lo absoluto,— Su voz sale bastante firme, a decir verdad, y Apolo sonríe.

—¿Por qué estás tan nerviosa?— Le pregunto,—No te recuerdo tan nerviosa cuando pasábamos tardes y noches enteras en tu cama, aquí mismo.

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