Capítulo 4

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Estaba guardando mis cosas cuando de pronto, escucho como tocan la vieja puerta de madera

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Estaba guardando mis cosas cuando de pronto, escucho como tocan la vieja puerta de madera.

Cierro mi maleta y me dirijo a la puerta.

—Buenas tardes joven —me saludó un hombre uniformado con una pequeña libreta en sus manos —. Soy el detective Davis.

Tragué con fuerza, con disimulo, y me recargué en el marco de la puerta.

—¿Usted está enterado del asesinato que se llevó acabó en una de las habitaciones de éste hotel? —me estudió con detenimiento y subió sus cejas.

El hombre no podía tener más de treinta años. Su mirada experta trataba de decifrar mi expresión, pero para su mala suerte, no es el primer detective con el que me topo.

—En la mañana estaba repleto de policías y no me dejaron entrar hasta hace poco, por supuesto que escuché rumores —formulé.

Él asomó un poco su cabeza hacia el interior de mi habitación.

—Veo que empaca.

—Como dije, escuché rumores. ¿Usted se quedaría en el mismo edificio dónde hicieron un crimen así? Hubiera sido cualquiera ¿Qué tal que hubieran caminado más al fondo del pasillo y encontrarán mi habitación? Inspeccionarían otro cuerpo —crucé un poco los brazos y lo miré fijamente con seriedad.

—Tal vez tenga razón. ¿Escuchó algo en la noche? ¿Gritos? ¿Golpes?

—Solo salí a tomar aire y me encontré a la dueña del lugar discutiendo con él, pero fue todo lo que escuché. Me pareció incómodo y volví a mi habitación. Me dí una ducha, me fuí a dormir y después fui a la escuela.

El detective anotó una serie de cosas y volvió su mirada a mis ojos. Me creyó.

—Cualquier cosa llame a éste número —me extendió una tarjeta con su nombre y un número.

—Eso haré detective —cerré la puerta y solté un suave suspiro, inaudible para la persona tras la puerta.

Ya empezaremos con la policía y detectives. Pero ésto no estaba a mi favor. Yo he vivido en grandes ciudades, y en un pueblo tan chico como aquí, todo podría ponerse más difícil.

"Detective Oliver Davis "

Decía la tarjeta con diez dígitos sin importancia para mi.

La guardé en mi bolsillo de la chaqueta y continúe empacando. Después de todo, había conseguido la habitación en la fraternidad.

Correr como loco para que el director no me alcanzara y supiera quien había entrado a su oficina para robar una tonta fotógrafia, había valido un poco la pena.

Ahora tenía techo y solo eran unas tontas reglas que tenía que seguir para estar ahí, al menos hasta que consiguiera un lugar propio.

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora