Me alegraba mucho ver a mis padres de regreso y aunque estaban cansados por el viaje nos saludaron con gran alegría, se sentaron para hablar sobre los días que pasaron juntos y vimos una película. Hace mucho que no hacíamos algo así.
Fuera de la reunión -motivo por el viaje- parece que tuvieron unos días agradables, el sol regalaba sus últimos rayos cuando llegaron y cuando las aves comenzaron a cantarle a la luna se metieron a su habitación para descansar.
Cuando nos preguntaron cómo pasamos nuestros días contesté lo primero que me llegó a la cabeza. Noches con Pay de palomitas y escuela. Me preguntaron si me sentía mucho mejor y les dije que gracias a la pastilla que nunca tomé estaba mejor. Nadie mencionó la fiesta.
Estando en mi cuarto me sentí abrumada por todo, confundida y tenía el picor del fastidio, por lo que tomé una sudadera y salí de la casa.
Caminé, por las calles de la avenida, pasando por calles y calles. Era tan silencioso, casi no pasaban coches y las casas solo permanecían con su luces encendidas, me gustaba.
Los focos ayudaban a no perderme en la oscuridad de la noche, la luna estaba ausente de brillo por las nubes que estaban encima.
Caminé mucho. Pensé en cómo enterramos un cuerpo como si se tratara un perrito en el bosque, pensé en la persona encapuchada y el evento en las regaderas, la nota de mi casillero al que lo unía a el asesinato de Cristopher. Visualicé nuestra ventana con el marcador rojo. El beso con Zerek en el armario aún me producía escalofríos, pero no más que los cientos de carteles que pegaron en la escuela o los cuchillos que había en el auto de Blake. ¿Por qué coleccionaba armas o mejor aún por qué las llevaba consigo en el auto? ¿De qué le servían?
No podía quejarme mucho, ahora mismo llevo conmigo la daga blanca pero no poseo varias.
Tal vez también se trataba de defensa personal, eso podría ser. Le gustaban y ya, eso era todo.
Quería callar a mi cabeza solo con eso, pero no pude evitar pensar. Quien me encontró inconsciente en las regaderas fue él, y por lo que veo, cuenta con algo lo suficientemente filoso para hacer un buen corte, no sé, quizá en el cuerpo de la gente o en el mío. Pero esa idea sonaba demasiado, cada vez que mi cabeza lo decía me burlaba de ella, porque por favor, es el chico que me llevó a casa sin conocernos cuando no tenía transporte pero sí a un amigo tan ebrio que no podía caminar bien, quien me defendió de Erick también. Quién me cuidaba desde la calle para asegurarse de que no volviera mi atacante.
Pero bueno, me dice la otra vocecilla: espiaba tu casa, tal vez también tus pasos y por eso casualmente apareció a tiempo en las regadera. Las manos del atacante eran de hombre.
Pero por dios, era Blake, eso no podía parecer cierto. Me rehusaba a escuchar esa voz mucho tiempo. Y cuando la hice callar, un ruido estruendoso del choque de metales me hizo pegar un salto. Venía del callejón que tenía a un lado, oscuro. Lo primero en lo que pensé era un gato, un gato curioso y travieso pero solo bastó asomarme un poco para gritar.
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Solo es un poco de oscuridad
ParanormalSangre, luz y oscuridad reinaron entre el infierno y el cielo, con los gritos de guerra y agonía. Después de que las almas puras de los Arcángeles tomaran las llamas del infierno al ser los vencedores, obligan a los demonios a reencarnar en la Tier...