Capitulo 24

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—¿Qué pasó? ¿Y esa cara?

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—¿Qué pasó? ¿Y esa cara?

—Es la cara al culparme de la desaparición de la daga. Lo peor de todo es que no la tomé y eso significa que alguien más la tiene. ¿Pero por qué?

—Tal vez fueron unos chicos que estaban jugaron a entrar.

—Puede ser, pero solo se llevaron la daga o de lo contrario el supervisor no me llamaría solo a mí, destrozaron el candado y apagaron las cámaras de la oficina. Es mucho solo por un juego ¿No?

Me sentía desconfiada ya con todos los eventos que se me podían presentar. Era una daga que tenía desde niña, me daba rabia que alguien más la tuviera.

—Está bien —dije más para mí que para Blake. Me veía preocupado por mi confusión.

—¿Podemos hablar en otro lado?

Ante eso, asentí y salimos de la escuela. La cafetería en la que solía trabajar no se encontraba lejos.

No importaba la reprenda que le daba a Blake por faltar a clases, se negó a asistir hoy. Por su rostro, intuía que era importante lo que quería decir.

Nos sentamos en una mesa apartada en la esquina y pedimos café.

Recordé la noche en la que mi estabilidad emocional estaba en el borde al tener mi sudadera y manos llenas de la sangre del cuerpo que fue aventado en la esquina para captar mi horror.

Recordé el cuerpo y los ojos brillantes de Zerek al sacarme de allí, ayudarme con la situación, como puso sus manos para dejar su ADN en el cuerpo. Y ahora que lo analizaba, no se encontraba tan aterrorizado como yo, de echo, la situación no estaba en su lista de preocupaciones. Como si no le importara.

Cuando nos trajeron el café, se dio a la libertad de hablar por lo que supe que hablaría tal vez de la noche anterior.

—Ayer no quedé muy convencido cuando Cristopher dijo que no tiene nada que ver con tu hermana.

—Yo tampoco, en realidad no hay pruebas. Encontramos la cuartada de Poul pero ¿Cómo encontraremos la de él?

—Exacto y la verdad tendría razones para hacerlo, por lo que lo investigué.

Intrigada miré los papeles que comenzó a sacar de su mochila.

—Tenía un hermano pero falleció y solo vivían con su madre, no hay información de su padre.

Tomé las fotos que había impreso y ahí estaba un pequeño niño abrazando el cuello del varón. Mi compasión me pegó de golpe. Yo no me imaginaba una vida sin Ciara.

—Niño promedio, buenas calificaciones. Estoy casi seguro que no es un Hijo de la noche.

Trajo las boletas de los últimos años, fotos de su madre. Parecía que siempre ha vivido aquí. 

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora