Capitulo 53

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Intenté tomar aire con desesperación pues me había sacado el aire al caer su codo en la boca de mi estómago

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Intenté tomar aire con desesperación pues me había sacado el aire al caer su codo en la boca de mi estómago. 

—Lo siento, lo siento —sollozó mientras intentaba alejarse a rastras. 

Mi cuerpo reguló su caída.

—Estoy bien —pude decir con apenas aire, pero no lo estaba. 

—Lo siento Blake, yo —balbuceó con lágrimas en los ojos, podía ver el brillo de la gota por la luz sobre nosotros —lo siento, no entiendo nada. 

Mi garganta se secó y me arrastré junto a ella. 

No ví cómo se formó, pero tenía una cortada en su brazo derecho que no paraba de sangrar, una cortada más pequeña en su labio y una raspadura en su mejilla.

—De acuerdo, está bien.

Tomé su rostro con lentitud e hice que se recargara en mi pecho. 

—Todo esto es mi culpa. 

—Shh... —la cabeza quería estallar por el dolor —no lo es, estamos juntos. 

Dejé que llorara un poco más. Su cuerpo temblaba. Solo escuchaba el eco de su llanto, encerrándonos. ¿Dónde estamos?

—Quiero que escuches con atención ¿si? —limpié con mis pulgares su rostro por las lágrimas, su rostro rojo e hinchado. 

—No sé qué quiere Silas con exactitud contigo, pero te quiere hacer daño, todo lo posible. Así que cuando tú veas la oportunidad, quiero que escapes y corras lo más posible. No permitas que te haga daño.

—¿Y entonces tú qué? 

Observé sus destellantes ojos verdes, incluso en la oscuridad era lo que me mantenía cuerdo. 

—Yo sabré qué hacer y... —negó la cabeza con fuerza al mismo tiempo que cerraba los ojos, sin querer escuchar.

—No puedo hacerlo... —negó con la cabeza.

—Para —pedí, mientras hice que me viera — ¿Sabes por qué te digo Lirio?

Sorbó su mucosidad.

—Es una hermosa flor, pura. Cuando la menciono en ti, pienso en una blanca. Pero, hay unas venenosas, que apesar de su belleza saben defenderse solas y yo sé, que eres igual de fuerte que esa flor.

"Amara yo..."

—Que empiece lo divertido —se nombró Silas y con un brinco, cayó junto a nosotros con los pies firmes. Seguido de Grace y Cox, quien con un lazo en la trampilla la cerró, quedando en penumbra. 

Pocos fueron los segundos en los que estuvimos así, pero yo los sentí como horas. Escuchaba la respiración profunda de Amara como intento de tranquilizarse, mientras nuestras manos estaban unidas en el pavimento, con ímpetu sin querer separarse. 

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora