Capitulo 25

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—Amara —me llamó Zerek para captar mi atención aunque cuando lo hice, él veía detenidamente a Blake

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—Amara —me llamó Zerek para captar mi atención aunque cuando lo hice, él veía detenidamente a Blake.

—¿Confías en Blake? ¿Lo conoces?

Eran dos preguntas que me detenía a pensar, pero llegó otra a mi cabeza.

—¿Por qué preguntas eso?

¿A qué venía esa pregunta? Había captado que no se caían del todo bien, pero esas preguntas ya eran sobre mi y él.

Cerró el entrecejo y puso uno de sus brazos, su brazo libre en el bolsillo de su pantalón, desviando la mirada.

—No me da confianza, no me gusta él.

—Zerek, no te pedí que confiaras en él, ni siquiera que te agrade, eso es asunto mío.

Apretó la quijada.

Lo volví a ver. Estaba más pálido de lo normal, como si estuviera enfermo, cansado al lado de los demás.

—Solo digo que deberías tener cuidado, no parece de los que puedes fiarte.

—¿Y yo si puedo fiarme de ti? Porque en realidad no llegaste mucho antes que él al pueblo. ¿Debería sentirme segura contigo? ¿Debería creer en tus buenas acciones?

La ira había llegado como ola golpeándome de la nada para ahogarme. Ni siquiera entendía bien porqué me sentí así. Me sentía presionada.

—No, no deberías fiarte de mí.

Su respuesta me desconcertó. No apartó su mirada consumidora.

—Pero sí deberías sentirte segura, no vengo con malas intenciones eso es un echo. Eres mi principal prioridad de seguridad en realidad, así que es graciosos que lo piensen mal.

Asentí para limitarme a decir algo. Soltar palabras sin pensarlo solo dejaba malos rastros por muy pequeña que suela ser la situación, siempre hablaba de más cuando estaba en esta posición. Lo mejor era callar.

No entendía su preocupación. Ni siquiera han mantenido una conversación sin que ambos enseñaran las garras o así lo he visto cuando ambos hablan. Ni siquiera intentaron en algún momento conocerse. 

Concuerdo que Blake no lleva el cartel más amigable en su pecho, pero a mí no me dieron motivos para llegar al grado de advertir a la gente sobre él cuando ni siquiera lo conocía.

Incluso cuando me apegué más a él, nunca había sentido una protección más fuerte con la simple mirada de sus ojos sobre mí. Ese calor que emanaba para encerrarme en él, en la tranquilidad. Estoy segura que me sentiría igual si no me hubiera dicho nada sobre su segunda vida. No me sentía en peligro junto a él, pero tampoco sentía calma pura.

Si me pudo ocultar algo así —aunque tenga justas razones— ¿Qué otras cosas podría saber, hacer? Tenía mis dudas. Miraba detenidamente sus movimientos, sus facciones, sus gestos, sus palabras.

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora