Capitulo 23

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—Hey, hola pequeño —me agaché con cuidado para no asustar al minino blanco que estaba por las macetas de la entrada de la casa —¿Dónde está tu mamá?

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—Hey, hola pequeño —me agaché con cuidado para no asustar al minino blanco que estaba por las macetas de la entrada de la casa —¿Dónde está tu mamá?

El pequeño retrocedió y al dar un paso mal, tropezó y cayó.

—Rayos.

Me le acerqué y lo sostuve en manos.

Solo era una pequeña criatura en un mal lugar. Estaba tan pequeño, sus ojos negreros, sus ojos desprendían inquietud. ¿Qué clase de persona insensible dejaría a una criatura en soledad a temprana edad? Me excusé, al tomarlo y meterlo a la casa.

—Hasta que llegas Amara, ves las cosas pero en realidad no las comprendes.

Entendía la molestia de Gerard pero estaba segura que detrás de ella solo había preocupación.

—¿Nada aún? —no quería sonar tan frágil.

Él negó con los ojos cristalizados y dolientes.

Lo tomé con un brazo para abrazarlo y sostener su pesar por unos momentos, hasta que el mínimo maulló.

Me alejé un poco de él y acerqué el gato a su pecho.

Estaba tan pequeño y frágil que lo primero que llegó a mi cabeza con esas palabras era el rostro de Ciara.

—¿Qué es eso, Amara?

—Un gato.

Él curvó los ojos y me miró desaprobado.

—Eso lo sé ¿Por qué lo llevas contigo?

—Es callejero, lo encontré y no pude dejarlo ahí afuera.

Se detuvo a pensar y bufó. Su suéter afelpado de color café pareció gustarle al animal.

—Bien pero si sigues en ese paso la casa se convertirá en un refugio de animales. Primero y último.

Sonreí con los labios unidos.

—¿La policía está realmente buscándola? No veo ningún avance y Ciara lleva cinco días desaparecida.

El pueblo no era tan grande ¿Dónde demonios podría estar? Estaba segura que ella nunca escaparía tantos días. 

—Lo sabemos, por eso haremos grupos de búsqueda. Nadie la ha visto, nadie ha llamado en los números que dejamos en los carteles de desaparecida. Nadie sabe nada. Tenemos que actuar.

Asentí, estaba de acuerdo.

Me explicó la forma en que llamarían a la gente para hacer la búsqueda, los grupos que se harían, hacía dónde se encaminarían. La gente del pueblo era siempre muy solidaria y había apoyo, sabíamos que la gente colaboraría. Teníamos esperanza.

Bañé al gato con agua tibia, sus pequeñas uñas trataban de alejarme de él. No le gustaban los baños. Lo cepillé también. 

No pasa ni un minuto de distracción sin preguntarme si mi hermana estaba bien.

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora