Antes de poder deshacerme de las manos que tenía encima, de las bocinas salieron un horrible y estruendoso pitido.
Llenó el lugar y eso hizo que las acciones de todos cedieran para poder tomarse de lo oídos para obstruir el ruido ensordecedor.
—Primera guardia, tomar a los cinco desastrosos y llevarlos ante el segundo al mando.
El comunicado terminó al igual que el sonido agonizante. Para nuestra extrañeza, las personas no volvieron a tratar de someternos. Se apartaron de nosotros y callaron. Una fila de hombres salieron de entre la entrada hacia el bar solitario que estaba instalado.
Rápidamente subí al ring con los demás para ponerme frente Amara como protección.
Aquellos hombres vestidos de negro nos rodearon y poco a poco cerrar el círculo sin obtener salida. Nos obligaron a bajar.
—No estoy entendiendo ni una mierda ¿Me puedes explicar que es este lugar? —me preguntó Amara detrás de mi en lo bajo pero en un tono molesto y hostigante.
Quería explicarle pero en realidad tampoco entendía muy bien lo que pasaba.
—Se llama La Cueva. No supe de este lugar hasta hace poco, entonces no sé que decirte exactamente.
Orien se encontró mejor cuando nos obligaron a caminar de donde ellos habían salido.
El chico se encontraba sudoroso y cansado, la sangre decoraba su piel brillosa. Yurisa se mantenía tan cerca de él como podía para poder ayudarlo con algún movimiento si hacía falta.
Podía ser impulsivo y fastidioso, pero en el tiempo que llevo de conocerlos sabía que se habían vuelto una familia. Solo en ese pequeño momento se adueñó de mí un sentimiento de melancolía pero yo no tenía derecho de sentirme así.
Amara no dejaba de ver a Orien, sus quejas con muecas, como si estuviera viendo a un pequeño animal que no había descubierto.
Su confusión innata deambulaba en su rostro, había visto a Orien dos veces fuera de él.—Parece que nos llamamos hijos de la noche —comencé a explicar.
Ella captó su atención en mi.
—Adentro, hasta que el segundo al mando venga —dictó uno de los hombres.
Era la puerta que se encontraba del lado derecho al entrar al segundo espacio de La Cueva, a la derecha estaba el pasillo para ir hacia el bar.
No tuvimos otra opción más que entrar. Cerraron la puerta. Ni siquiera nos molestamos en intentar abrirla, sabíamos que la aseguraron con llave.
Era una habitación sencilla, paredes blancas y alfombra de color vino. No había ni un solo mueble y por lo que me fijé, tampoco había cámaras de seguridad. Lo que sí, es que había otra puerta de la pared contraria a la que nos habían metido.
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Solo es un poco de oscuridad
ParanormalSangre, luz y oscuridad reinaron entre el infierno y el cielo, con los gritos de guerra y agonía. Después de que las almas puras de los Arcángeles tomaran las llamas del infierno al ser los vencedores, obligan a los demonios a reencarnar en la Tier...