Capitulo 13

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El dolor jamás había sido tan unido a mí como en este momento

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El dolor jamás había sido tan unido a mí como en este momento.

Me senté un poco, empapada y aún sin poder abrir los ojos bien. La cabeza, mi cadera y ¿Mis costillas? Dolían. Mecánicamente llevé mi mano bajo mis pechos, observé mi palma. Había sangre. 

Mierda. 

El agua seguía corriendo, más escandalosa que nunca. ¿Quién rayos me hizo esto?

Alcé un poco mi blusa y mi respiración se cortó, probablemente con el mismo filo que ocuparon para escribirme en mis costillas con una herramienta delgada.

"S"

Solo era una letra, que abarcaba un espacio considerable en mi cuerpo. Cerré mis ojos y con mi mano derecha traté de cerrar la llave de la regadera aún estando sentada. Estaba asustada, con frío y solo quería irme a casa. Casa... 

El chico al que asesinaron en el baño de la casa tenía una "S" marcada de igual forma. 

No vi quien fue, no vi a nadie de echo aquí adentro ¿Quién estaría tan enfermo para poder hacer algo así? y a mí ¿Yo que había echo? Mi propia sangre corría hacia la coladera junto con el agua que quedó.

—¿Amara? —escuché y con rapidez alcé mi vista.

Blake llegó hasta mí con pasos largos y se hincó conmigo en el suelo. Pronto sus pantalones se mojaron igual.

—¿Qué pasó? ¿Estás bien? —el chico observó la sangre que coloreaba mi blusa alrededor de mi mano que seguía apretando.

Solo vi como sus manos con delicadeza apartaron la mía y levantaron la tela para examinar. Ahí seguía, no había visto mal.

—Tenemos que irnos de aquí.

Blake se apoyó en su rodilla, abrazó mis piernas con un brazo, con el otro mi espalda y me cargó.

—Estoy bien, solo siéntame. 

Estaba preocupado, se le notaba en como en su frente se le formaba una arruga y endurecía sus ojos. No replicó, apartó unas mochilas con un pierna y me ayudó a sentarme. Ardía, solo eso, iba a estar bien. 

—Okey —suspiré un poco y busqué con la mirada la mochila de Payton —¿podrías pasarme por favor esa mochila? —la señalé. Me dolía un poco la cabeza por el golpe.

Mientras, pasé mi blusa mojada por mi cuello y la dejé a un lado de mí. 

Blake me la entregó, titubeando cuando vio mis condiciones.

—Lo siento —musitó y se dio la vuelta. Eso me hizo sonreír pese a todo.

—Esta bien, no pasa nada.

Rebusqué en la mochila hasta que... ¡Si! Las vendas seguían aquí. Payton odiaba las vendas, me decía que eran muy incómodas y que no le permitían jugar sin embargo tenía que usarlas. Agradecía que hoy tampoco obedeció a el entrenador.

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora