Capitulo 18

24 1 0
                                    

—¿Qué pasa? ¿Todo en orden? —preguntó un chico alto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué pasa? ¿Todo en orden? —preguntó un chico alto. Llegó a mi lado con el ceño fruncido.

—Pasa algo adentro y está cerrada la puerta.

El rostro del chico cambió a una preocupada cuando se escuchó otro grito.

Ambos intentamos golpear la puerta y fue hasta que le dio una patada cuando tronó la chapa y un objeto metálico pasó a mi lado. 

Un quejido sordo sonó de la garganta del chico. El alma se cayó a mis pies cuando le vi un cuchillo enterrado en su yugular y los ojos petrificados. La sangre se disipó rápidamente.

Soltaba gemidos cuando sujeté su débil cuerpo.

Horrorizada miré hacia el interior del baño. Había un hombre moribundo a gatas, sujetado del cuello por el chico que apenas conocí hoy. Otro de los varones con aire frenético permanecía junto a sus recientes amigos, con una daga ensangrentada recorriendole el brazo, el brazo de Blake.

—Si es la hermosa dama —sonrió ampliamente Orien, que por su brazo estirado al entrar, deduje que él había lanzado el cuchillo.

Respiré por fin entrecortadamente y aquél chico llegó hasta mi más rápido de lo que mis ojos pudieron visualizar y me jaló bruscamente hasta pegarme en su pecho, haciéndome que soltara el cuerpo del ensangrentado.

—¡Suéltame infeliz!

—¡No la lastimes! —él gritó con una furia que desconocía e hizo que mi cuerpo quisiera derrumbarse. Blake apretaba su quijada a tal punto de querer estallar y esto hizo que su compañero riese, hilarante.

Me hizo entrar más al baño y con una fuerza que no sabía de dónde podría sacar, me aventó al piso haciéndome soltar un alarido, la fuerza fue a tal grado que mi cabeza golpeó el piso y rebotó. El tibio líquido que sentía me preocupó, hasta que con lentitud, pude recargarme en mi hombro y darme cuenta que la sangre no era mía, sino la del cuerpo que tenía junto a mi.

Blake se abalanzó control Orien y sin pensarlo, lo golpeó en el rostro.

El hombre al que tenía en brazos cayó junto a mi rostro y solo pude detenerme a observar sus ojos azules abiertos y con un claro vacío, escaso de vida. Sus labios entre abiertos y su palidez vívida, me preguntaba cuáles fueron sus últimos pensamientos.

—¡Chicos ya basta!

Aquella chica se entre puso en la agresividad de los chicos, mientras que el destello de una daga en el suelo brilló a mis ojos.

Estaban distraídos y esa era la poca probabilidad que tenía contra ellos. Así que de golpe me arrastré a ella, la tomé y me puse de pie.

Fue cuando los tres se detuvieron entre sus forcejeos y me miraron.

No había usado jamás mi daga, solo la traía conmigo, pero eso no fue suficiente como para no tenerle bien firme, apuntando hacia ellos con tanta fuerza como mi confusión.

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora