Capitulo 49

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Sentía que el tiempo me comía y esa sensación del que el tiempo se me iba de las manos, era una que no había sentido desde hace tiempo

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Sentía que el tiempo me comía y esa sensación del que el tiempo se me iba de las manos, era una que no había sentido desde hace tiempo. 

El entorno era tenue y a pesar de eso, me sentía bien, me sentía feliz. 

El funeral de Rose había sido hace tres semanas y media.

En la escuela habían adornado su casillero con fotos, palabras y flores amarillas. André había dicho que eran sus flores favoritas.

La coordinación de la escuela lo había quitado, pero los alumnos lo habían recreado. Uno para Rose y otro para Erick en su respectivo casillero. Por ser parte del equipo de fútbol, la mayoría lo conocían, entonces hubo una gran revuelta por su muerte para todos ellos, excepto para los que conocían los motivos de su muerte. 

Todavía me encuentro despertando exaltada al revivir esa noche. Mi cabeza tenía mucho material que agarrar para no hacerme descansar.

Por más que intentaba recordar algo con Erick, lo que sea, bueno o malo, no llegaba a nada real, solo la forma en la que estaba clavado al tronco. 

Por más que me esforzaba, no podía encontrar algún detalle que me indicara quién era el que me arrastró al fondo y me arañó por todas partes. Mis padres pensaron que fue por las ramas que había al subir al puente de la orilla del lago, porque eso les hice pensar.

¿Era la misma persona quien se había puesto en frente? Nadie apareció fuera de los alumnos y autoridades arriba del puente. El responsable del accidente había huído o se escondió. 

—¿Estás bien hija? 

Parpadee un par de veces. Sentí la taza caliente entre mis manos de nuevo, con el olor a café desprendiendo. 

—Si, lo siento. Solo no dormí muy bien. 

Ambos se miraron, y continuaron comiendo el desayuno. 

Estaba en el otro extremo de la mesa. Nadie se sentaba en el lugar que regularmente se sentaba Ciara, como si esperáramos que entrara por la puerta principal para sentarse con nosotros. 

Le dí un sorbo a la sustancia de la taza blanca. Tenía canela. 

—¿Han dicho algo los doctores de Ciara? 

Gerard se esperó a terminar de pasarse el mordisco de sandwich de queso, sin prisa alguna. 

—Este —se afinó la voz —no mucho. Sigue viendo las paredes por horas, toda la noche a veces. Creen que puede ser un efecto de los medicamentos, pero no lo saben. 

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora