Dolor, ardor, equilibrio. Tres palabras que se repetían en círculo en mis días malos. Dolor, ardor, equilibrio danzaban en mi cuerpo como niños tomados de la mano brincando en verano en el pasto muerto de un cementerio.
No solo la fuerza de mis manos al rededor de mi garganta o la empuñadura en el corazón llegaron a mi cuerpo, también pude denotar los centímetros de la daga la Yurisa en la espalda. Pero me di cuenta que no era el único con el que lidiaba con su desastre.
Entre el intento de controlar el asesinato, observé como ella se retorcía y aunque intentaba controlar los gritos, unos que otros salían de entre sus dientes. Gimiendo.
Traté de ayudarme controlando la respiración, pero ni siquiera podía respirar. Mi mirada se nublaba pero nunca nada era suficiente como para dejarme inconsciente, siempre sentía todo y en mi opinión era perfecto.
Yo no podía controlar nada de esto, era como un karma, solo que mas agresivo y específico. No podía controlarlo, pero podía responder un poco por eso, equilibrar un poco el daño que he hecho. En algún momento una parte de mí goza la sangre que provoco, y necesito que otra sufra físicamente por eso, no me bastaba sentirme como mierda.
El oxígeno llegó entrecortadamente a mis pulmones conforme mi garganta no recibía obstrucción y con eso tenía para ponerme de pie como pude, hasta llegar a la mujer que aún no podía controlar su dolor, con lágrimas que se reflejaban en la luz vaga de la luna y queriendo quitarme con su mano de su espacio, pero no servía de nada.
Sujeté mi daga con fuerza y la apunté con eso.
-¿Quién eres y que haces aquí? ¿De dónde vienes? -casi grité exaltado.
De cierta forma me intimidaba, no porque lanzó la daga a mas de cinco metros con una buena puntería, más bien las razones. Estaba divertida, excitada podría asegurar, en medio de mi proceso. Estaba recibiendo lo mismo que yo, el mismo castigo: el dolor que se le provoca a la víctima.
-¡Pregunté quién eres puta madre! -exploté ensimismado. Quería respuestas ahora.
En vez de eso, la mujer se levantó sin previo aviso y me estampó contra la pared, siendo la primera vez que una daga rozaba con un leve ardor en mi garganta sin empuñarla yo.
-No camarada, mejor dime quién eres tú -susurró con la respiración pesada y sonrojada.
Le di un gancho justo en las costillas, el tiempo suficiente para que afloje el agarre. Le doblé el brazo y eso hizo que soltara la daga chocando en el piso, acompañado de su alarido.
-Blake Carboné -pisé el arma para evitar que la volviera a tomar y yo clavé la punta de la mía en su pecho.
-Yurisa, Yurisa Lambert-resopló.
-¿Eres de aquí? ¿De dónde jodidos eres?
-Canadá. Ahora cálmate y quita eso de mí -con su brazo apartó mi amenaza con su antebrazo y suspiró. Se recargó en sus rodillas mientras calaba aire.
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Solo es un poco de oscuridad
ParanormalSangre, luz y oscuridad reinaron entre el infierno y el cielo, con los gritos de guerra y agonía. Después de que las almas puras de los Arcángeles tomaran las llamas del infierno al ser los vencedores, obligan a los demonios a reencarnar en la Tier...