Capítulo 46

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Mis chicos no jugaban nada mal, considerando que quien me volvía loca no solía jugar mucho

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Mis chicos no jugaban nada mal, considerando que quien me volvía loca no solía jugar mucho. Sospechaba que tenía más fuerza de la que mostraba, se abstenía. Su agilidad no era algo que pudiera esconder, eso lo ayudaba mucho.

Ver cómo encajaba mi mejor amigo entre todos los jugadores de la escuela me hizo sentir orgullosa. No había notado el cambio brusco en su técnica. El chico sabía jugar, era su elemento sin duda ¿Cómo es que no pude darme cuenta? Tantas prácticas y no había visto su mejoría.

Blake en más de una ocasión fue tacleado por Erick, una bestia emocionada de más, con un grito de excitación cada vez que veía tirado a Blake. Reía y carcajeaba.

Su equipo le dio unos golpes pesados cuando anotaron, orgullosos del animal que tenían.

Pero era más que obvio que a quien solo quería derribar, atacar y lastimar en el proceso, es a Blake. No era ni un poco discreto al respecto. Era un juego y lo comprendía, pero esa dedicación para lastimarlo más allá del juego me hizo hervir la sangre. No lo demostré, era lo que buscaba ese patán.

—¿Estás bien? No te habré roto algo ¿verdad?

El varón se puso de pié, con ayuda de otro compañero.

—Qué va. Estás lejos de eso.

Lo decía de forma literal. Su cuerpo no humano al cien porciento era más fuerte que el mortal.

Las anotaciones sumaban y sumaban al equipo de André y Erick. Jonas, alguien más de ese equipo, gritaba las anotaciones con entusiasmo.

Gracias Jonas, dame menos esperanzas para no tomar ese trago. Esos chicos no eran de tragos pequeños.

Ganaron, nosotros perdimos, mis chicos.

Todos los chicos que apostamos con nuestras palabras, quienes que perdimos y el equipo que llegó a ese resultado, nos acercamos a André con temperamento bajo.

Vitorearon más de la cuenta. Malos ganadores algunos de ellos.

No tenía vergüenza de que perdieran, era un simple entretenimiento, pero si me hizo enfadar la cara que puso Erick al verme, de burla.

—Creo que deberías apostar tu vida a otros chicos.

Hice mi cara de sonrisa fingida.

—Claro, como en ti ¿no?

—Pudiera ser.

—Si, suena a algo que yo haría —espeté.

Ni modo, una apuesta era una apuesta. Tenía que callarme ahora que habían ganado.

—¿Y tu trago? ¿Ya pagaste?

—Estoy esperando a que pasen la botella.

Empinaban la botella, a otros les daba igual y tomaban de la boquilla.

Solo es un poco de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora