•|•

1.9K 169 59
                                    

Es un frío intenso, el viento sopla con crueldad sobre la ciudad. Las calles están desiertas, el rostro de las personas congeladas tanto que caminar es la única arma para calentar su sistema. Bajo este cielo olvidado de estrellas, un adolescente sopla sobre sus congeladas manos un cálido aliento. Sus labios están agrietados y sus dientes chocan tiritando.

Una mujer choca contra él, es una mujer rubia de unos años mayor. Lo observa con cuidado y poco a poco se acerca a él.

— Es casi media noche. —dice. —Los niños no pueden estar solos en la calle tan tarde. —con amabilidad la mujer deja unas monedas sobre su mano.De todas las palabras crueles que ha oído esta noche, ésta es la única que quiere recordar.  

Tyler la observa alejarse, está por detenerla pero ella se pierde entre las tiendas que aún están abiertas.

— Ve a casa. —la oye gritar a la distancia.

Sonrie

Se guarda las monedas al bolsillo, aún faltan muchas horas para que las utilicé, aún falta mucho para ir a casa. Cuando ha vagabundeado lo suficiente, distingue el camino que debe seguir. Toma aire, cubre su cabello con una gorra y esconde sus manos congeladas en los bolsillos.

Llega al lugar varios minutos después. Es un corredor despoblado entre la intersección de dos calles, hay un horrible poste de luz malogrado en el frontis de un bar, alejado lo suficiente para no ser aparentando con aquel. El poste de luz está malogrado pero alumbra una débil luz tenue sobre él.

Espera minutos, media hora para ser exactos, hasta que al fin un vehículo se estaciona frente él. El claxon suena dos veces.

Lo ignora la primera vez, observa temeroso la placa y al auto. Es un auto oscuro algo pequeño. Oye  el claxon otra vez

— ¡Hey niño! —grita alguien al interior del vehículo. — Ven, acercarte no tengas miedo.

No suena íntimidante.

A pasos lentos, Tyler se acerca la ventana. Intenta observar al interior cuando una mano sujeta con rapidez su rostro, capturandolo lo inspección con rudeza. Se retrae, retrocede e intenta librarse del agarre pero es más fuerte.

— Tranquila pequeña perra. —Se burla el hombre. — Ya tendrás tiempo de moverte todo lo que quieras. Sube al auto.

Lo libera.

Tyler retrocede adolorido, su rostro entero arde. Su quijada duele y sabe que las uñas de ese tipo se han enterrado en su piel.

— ¡Qué subas al auto!

Asustado, con el corazón bombardeando con fuerza, sube al asiento de copiloto como ha ordenado el hombre.

Es un viaje silencioso. El interior del vehículo se asemeja a un fumadero, hay basura en todo el lugar y el castaño no puede respirar sin acabar en un ataque de tos. 

— ¿Cuántos años tienes?

Tyler se observa las rodillas, sus zapatillas son impares, una azul y la otra roja.

— Diesiciete.

El hombre lo observa un poco más, otra vez vuelve a sujetar su rostro y lo perfila hacia la ventana.

— Tienes menos. —lo libera con brusquedad. 

Tyler observa la ventana, es verdad.

Pronto oye un ruido que lo hace girarse hacia el conductor. El hombre se ha bajado la bragueta y está sacando algo de sus pantalones.

— Sólo te daré una vuelta, no voy a llevarté a casa para que puedas robar.

Asiente. Sus manos están congeladas, cubre su brazo dándose calor. pero resulta innecesario. 

— No hablas mucho. Eso está bien porque sólo necesito tú boca chupandomela mientras habló.

Asiente. Observa el cielo tras la ventana, es azul. De un azul oscuro, de uno que no tiene colores claros. No hay luna hoy y ojala no amaneciera mañana, concibe la nostalgia con rapidez. La vergüenza como alergia. 

— Después de penetrar tu boquita tantas veces hasta que te duele la garganta voy a devolverte a ese corredor, ahí te violare por horas hasta que me cansé y tú vas a quedarte calladito como ahora. ¿Si?

El castaño observó al hombre antes de quitarse la casaca que lo cubría. Su brazos son delgados y están cubiertos de un ligero calor que desaparece por el frió. Con cuidado se encoge ante el  grotesco miembro frente su rostro. 

Puede hacer esto muchas veces pero siempre seguirá siendo malo, vergonzoso, humillante.

— Deberías agradecerme. —dice el hombre al coger la cabeza del adolescente penetrando su boca con fuerza. A detenido el auto. — Por las personas cómo tú solo nosotros podemos detenernos. —hunde su peso sobre el pequeño. — Sí, así, así se hace. Así me gusta.

Con las manos libres, Tyler se sujete de las rodillas para no caer. Encuentras las monedas de la mujer con fuerza en sus bolsillos, son las únicas monedas que lo llevarán a casa está noche.





Lo capítulos empezarán a llegar tan pronto tenga acogida está historia. 😘

Chico de Alquiler // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora