X Cap. 22

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Tyler jugaba con una vieja cámara de vídeo que Patrick le había prestado, a cambio de todo el crédito de su teléfono celular.

— ¿Y Pete, vendrá tarde? —preguntó él de anteojos.

— No sé, no me dijo.

— Para ser su novia, no te haces respetar.

El menor lo buscó con incredulidad.
— No soy su novia. —dijo.

— Oh, perdón. Su persona de alquiler.

Las fotografías que observaba ya no podían distraerlo, se sintió en alerta, activo sus defensas, miró sobre su hombro y se sentó lo más cerca posible a la puerta.

— Pero ya viene, seguro. —intentó sonar confiado. — Debe estar cerca.

Patrick, que conocía y desconocía la incomodidad de lo que provocaban sus conversaciones, se sintió curioso por el menor.

— ¿Y cómo haces eso? ¿Osea, te alquilas a cualquiera? ¿Así, funciona?
Si sacó 20 dólares me la puedes chupar ahora mismo.

— Tienes que hacer reservación. —bromeo Tyler. Pero Patt no se rió.

No le gustaba la cercanía de extraños, no, no podía soportarlo, pocas veces concedía su espacio a extraños. Además la mayoría de veces que lo hacían siempre intentaban aprovecharse. Tyler era delgado, pequeño y muy joven, era la presa perfecta para cualquier depredador.

— jaja, mamón.

Para suerte suya, el hermanastro de su propietario no estaba interesado, por lo más mínimo en otro hombre. Incluso ahora que hablaba, estaba mensajeando intentando ligar con dos chicas a la vez pero cómo era de esperarse, estaba siendo rechazado.

— ¿Pero qué onda con Jason? Te vi hablando con él.

Tyler jugó con sus manos: — Solo hablamos.

— ¿Y de qué hablaron?

Tyler pensó que el chico podría estar comunicándose con Pete, eso era peligroso, no quería salir lastimado pero tampoco quería ser un mentiroso. Sabía que no había hecho nada malo, para los demás todo lo que hacía estaba mal.

— Me invito un helado. —Observó al rellenito. 

Patrick no era ofensivo sino se le activaba la neurona de la estupidez. Y Tyler que era bien sabido a su propia neurona de la inocencia.  Se acercó a tocar su rodilla:

— ¿Puedes no decirlo a Pete? — le pidió. — Por favor.


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Jason había guiado a la pareja a través de todo el campus, indicaba con astucia todo el recorrido, siendo víctima de las pesadas ironías del pelirosa, que ignoraba con facilidad. A cada indicación que informaba Jason, la castaña risueña lo llenaba de preguntas, acción que lo enriquecía de gratitud, respuestas extensas que compartían, ante el aburrimiento del pelirosa.

— ¿Puedes apurarte? ¿Dónde está tu cuarto? —preguntaba Josh. Alejando Debby de su compañero con un brazo sobre el hombro.

Jasson prefería ignorarlo.

Josh quería golpearlo.

La única que no notaba lo que causaba era Debby.

El recorrido le resultó familiar al aburrido joven, antes de contraer compromiso con la risueña, había vivido en el campus de la universidad como los demás, en una pequeña habitación que alquilaba con sus mejores amigos.

Chico de Alquiler // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora