La casa de Tyler era un diminuto compartimento que rentaba con una amiga, un motel para personas mayores una zona alejada del centro bullicioso de la ciudad. Hace dos años llegó a América huyendo de su padrastro, pues su madre había renunciado a su cuidado desde la muerte de su padre biológico y el cuidado de su nuevo tutor era denigrante. Ansiaba olvidar los duros meses que vivió en su llegada al país donde los sueños se hacen realidad, porque fue una realidad dura. De dormir en la calle durante largas jornadas de frío paso a enfermarse por anemia, se sentía desesperado y muy asustado. Si alguien le hubiera ofrecido matar por dinero lo hubiera hecho, dios sabía que si.
— ¿Demasiado pensativo otra vez? —una rubia revoloteo su cabello. Había llegado recién y mientras él más jóvene se levantaba del suelo ella insertó la llave para empezar a abrir la puerta del cuartito que compartían.
Jenna black era una muchacha americana que conoció en una de las tantas visitas prolongadas que hizo a los bares en su llegada, buscaba algún trabajo, cualquiera, para indocumentados como él que incluso era un menor de edad ir a la policía era su última salida. Los bares aceptaban a todos. Creyó encontrar ayuda, y así fue.
— Me gusta pensar. —respondió indiferente.
El pequeño cuarto era compartido en su totalidad, la cocina, el baño y la habitación. Habían turnado la semana para mantener limpio el lugar, cada uno compraba su comida y la ropa que podían encontrar.
— Puedes tomar unas frutas del refrigerador. —señaló la rubia. — Yo volveré a salir.
La rubia era buena con él, fue una de las pocas camareras que le permitió entrar a pedir limosnas en el bar. Fue también ella quién le propuso su nuevo trabajo. A veces la odiaba y otros se lo agradece, de todos modos no habría sobrevivido con limosnas por mucho tiempo. Los hombres adultos pagaban mucho por jovencitos sin experiencia que se dejaban seducir con engaños, y así empezó.
— ¿Saldrás con tu novio? —preguntó mordisqueando una pequeña pera. Estaba cansado, había caminado seis cuadras desde el último hotel donde fue abandonado.
— Si. Él va llevarme al cine esta noche.
Sonrieron en complicidad, antes de que la rubia abandonara la habitación. "Lo amo tanto" decía algunas noches la mujer, cuando sus ojos estaban más cristalinos que de costumbre.
Tyler sacó los remedios que había guardado desde hace días. Usualmente olvidaba con rapidez el rostro de los hombres que le pagan por sus servicios, pero últimamente untarse alcohol sobre las rodillas, la parte del hombro derecho y cualquier otra herida nueva que le dejaba el día, se había vuelto en un momento para recordar la acción del pelirosa.
Lo odiaba, al igual que a todos, por abofetearlo. Tyler guardaba rencor a cada asquerosa persona que pagaba por él. Odiaba sentirse, humillado e indefenso. Huyó de casa por una vida mejor pero las circunstancias se aprovecharon de él. Muchas veces se sentía enojado con Dios.
Terminó de curar sus heridas y comprobó que le alcance dinero suficiente para comprar más al día siguiente.
Un sonido ruidoso atrajo su atención. Ignoró el aparato, busco más comida entre las bolsas vacías de su amiga pero se rindió cuando no encontró nada. El sonido volvió a aparecer.
"Pete" podía leerse en la pantalla del móvil.
Si había alguien a quién odiaba más que a todos esos clientes abusivos era a éste chico. Pete era un cliente frecuente y eso era malo. Malo porque los clientes frecuentes, luego de dos semanas de sexo se creían los dueños. Hasta ahora solo era Pete su cliente frecuente, pero aún así era tedioso. El chico lo llamaba tres veces a la semana.
ESTÁS LEYENDO
Chico de Alquiler // Joshler
FanfictionLa vida de Tyler esta llena de lagrimas y Josh esta rodeado de muchos reflectores.