X. Cap 39

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¿Cómo sucedió? No estoy seguro

¿A dónde voy?, No sé

¿Por qué corro sin orientación en medio de la madrugada?, tal vez sea porque he muerto y tengo miedo.

— Auxilio.

¿Por qué me han lastimado?

Los pasos de pronto, solo dejaron de moverlo. Tyler se quedó de pie en medio de la calle, acababa de correr más lejos de lo nunca antes, traveso el callejón donde se ocultaba el bar tan rápido como su condición se lo permitia y corrió tanto como sus cansadas piernas se lo permitieron, se detuvo solo cuando vislumbró la luz de unas sirenas que se aproximaban.

— Ayuda, por favor

El vehículo policial que había llegado a su rescate se detuvo frente a él, del interior un hombre descendió con linterna en mano y apuntó contra su rostro.

El reloj aún marcaba las tres de la madrugada cuando el momento que tanto había aguardado al llegaba a su socorro.

— Señor policía, ayúdeme por favor.

La linterna del hombre le agredió la vista. Cerrados los ojos solo oía voces.

— Vete a casa niño, éstas no son horas para salir a jugar.

Tocó el menor al chaleco del oficial. - Pero señor por favor, me persiguen ayúdeme.

La linterna sobre el rostro del castaño reveló las heridas de su rostro humedecido.

— Yo no veo a nadie más por aquí..

El oficial lo inspeccionó de pies a cabeza, seguro de que estaba siendo tomado por idiota por un par de niñatos, como ya le había sucedido antes.

— Hijo vete a casa. —apagó su linterna. — Y dile a tu mamá que te cure ese feo chinchon.

Las sirenas del auto policía resonaron con violencia, lo que provocó una temblorosa reacción por parte del menor que aún no entendía lo que pasaba. Tyler, se llevó las manos a la cabeza, eso era todo no había más ayuda en el mundo, no había nadie más a quién acudir. Al parecer, tener un rostro de inocente lo expelia de una situación horrible.

El par de policías lo habían tomado por un mentiroso, el cielo ya no estaba iluminado, no había refugio al que correr ni abrigo al que abrigarse.

—Estoy solo.

El peso de sus palabras lo sumergido en una profunda tristeza, estaba triste porque se sentia solo y la soledad unida con su frío lo hicieron temblar.

— Tengo miedo.

No había nadie quién oyera, no habían brazos que lo refugiaran. El frio de la noche lo abrazo pero sus delgados y congelados brazos solo lo hicieron encogerse pequeño hasta quedar reducido como un bulto en medio de la calle.

—¿mamá?

Llorar, solo podia llorar y lloro, lloró mucho porque su corazón dolía, tenía frío, estaba adolorido. Habia recibido una brutal golpiza por unos enormes hombres que dejaron su ser entumecido y todo por haber conseguido medicinas para calmar su dolor, un dolor por el que ninguna persona nunca tendría que atravesar.

—¿Por qué me lastiman tanto, si no hice nada malo?

De pronto se acostó en el suelo de la calle, se quedaría ahí. Se quedaría ahí hasta que el dolor llegue solo cuatro ruedas y se iria por completo.

Se quedaría ahí, a paliceder de frío hasta que sus pulmones se niegen a recibir el congelado invierno y sus tímpanos se fracturen.

Se quedaría ahí hasta que un ladrón lo encuentre y...

—No.

No podría resistir ese dolor por ahí más, no dejaría que el dolor final llegue por otro hombre. Se negó a que duela así la última vez. Entonces, con el poco peso que le quedaba flaqueo las rodillas hasta ponerse de pie una vez más.

—Me tirare de un puente.

La resolución de esa conjetura le dio fuerza para encaminarse al objetivo. Uso todas sus últimas fuerzas para eso.

Tyler estaba listo.

Lo estaba y la noche estaba oscura también. Tyler solo tenía quince años cuando caminó perdido en la fría noche ese 25 de Junio.

Fueron las 1:36 de la madrugada cuando decidió que no quería volver al bar nunca más, nunca más dejaría que otra persona lo toque, es cierto que no tenía a otro lugar al que ir en vida pero no volvería al bar, ni aunque más tarde fuera arrojado al infierno.

No haría eso nunca más, no volvería a dejar que nadie le haga eso otra vez más.

—Es todo, no puedo más.

Sé rendía, dejaría de huir de sus problemas, afrontaria la realidad, no se esconderia más tras una barra de licor, no se vendería a nadie más por un lugar donde dormir, no dejaría que nadie más lo golpeé otra vez.

Se rendía, no buscaría más ayuda de extraños.

Se rendía, no seguiría los caminos de otros.

Sus pies estaban cansados, sus ojos se estaban cerrando. A lo lejos observó un puente sobre su cabeza. El puente que había estado buscando y subió en el sin pensarlo, subió bostezando mientras se le congelaban los brazos y espero ahí. Lo haría nada más, esperaría un rato porque estaba seguro de que pronto caería desmayado.

Los vehículos pasaban debajo de sus pies, podía verlos ir y venir cargados de personas aproblemadas en sus propios asuntos, nadie miraba hacia arriba.

—¿Tyler?

Entonces te preguntas ¿vale la pena voltear? Aún si sabes que nadie te ofrecerá algo mejor y mas seguro de lo que que te puede ofrecer la muerte. Puedes no voltear Tyler, te aseguro que todos tus problemas desaparecerían en ese momento exacto en el que dejes ir el dolor. Puedes soltar la barrandilla y cerra los ojos y te prometo mi niño que nunca más nadie te haria daño. Pero, claro es, que puedes voltear y sentirte amado. No te ofrezco que el dolor desaparecera, ni que tus heridas van curarse pero te doy, con toda seguridad infinita, que vas a sentirte amado. Y el amor es algo que no has sentido nunca. ¿No es tentadora mi promesa?, la solución o el amor, tú eliges.

— ¿Tyler qué estas haciendo?

Volteó











Chico de Alquiler // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora