X Cap. 29

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Esa tarde Josh no volvió a casa con Debby, fue a visitar un experto en la profesión, hizo una cita con el más respetado psicólogo que conocía. La actitud del castaño lo había dejado un poco más preocupado de lo que se permitía admitir, el comportamiento aislado del que le comentaron, los actos violentos de solo él habían presenciado rozaban lo patológico. Tyler era un libro aburrido para él, solo la portada le resultaba llamativa no deseaba conocer el interior, ahora más que sospechaba que el pequeño quería matarlo, eso le hacía esbozar sonrisas, claro que Tyler no quería matarlo. Alguien tan frágil como él con suerte conseguía hacerle un rasguño, pensaba en sus manos de niño con frecuencia, en su cuerpo pálido que había conseguido tatuarse en su memoria y en esa forma tan dolorosa de decir su nombre que tenía grabada en la mente desde la increíble noche que pasaron juntos. No entendía cómo no estaba robándole besos ahora mismo.

— Mierda. —golpeo el volante. Conducía hacía el centro de salud mental a afueras de la ciudad. Había reservado una cita de dos horas con el reconocido consultor que asesoraba desde hace años. Planeaba como explicarle en caso sin darle detalles reales sobre el paciente, entre médicos, a Josh le gustaba pensar que ya formaba parte del gremio, entre médicos podían hablar de las patologías sin llegar a tocar la intimidad de los pacientes, aquello era algo que agradecía. Groseramente su mente no estaba dispuesta a poner a Tyler de segundo plano.

— Sus ojos, son bueno son unos ojos normales. —empezó a hablar solo. —Joder, no sé si esto en verdad ayuda.

Lo que el pelirosa trataba de lograr era enmendar el pensamiento, arrojando los factores que acogían a Tyler a su mente, un ejercicio frecuente en los cálculos matemáticos en informática, si uno tenía que elaborar extensos raciocinios para alcanzar un valor incalculable y en mente tenía mucho teoremas abstractos, limpiar el camino era mencionar resultados aleatorios a todos esos teoremas, como; Pitágoras arroja 1000 esa respuesta es incorrecta; el teorema del limite es calculable, irrelevante para la investigación, y así sucesivamente. El pelirosa trató de aplicar la ciencia lógica para sacar a Tyler de su mente.

— Los ojos normales, descartados. —decía. — Su boca, bueno su boca ha estado en muchos penes, descartado. Aunque su boca, en si no lo he besado en tanto tiempo, seguramente tiene el sabor de la polla de Pete así que... Mierda ¿qué hago con mi vida? ...

Josh no iba admitir que le gustaba Tyler en voz alta, tan solo sus pensamientos eran receptores de aquel estallido de pasión que ebullecía en su interior con solo recordar todos los besos que le robo esa noche. Lo había besado en el auto, durante todo el viaje a casa, lo había llevado hasta su habitación sin dejar de besarlo porque había estado embriagado, lo había besado aún cuando el menor empezó a decirle que parara, cuando empezó a luchar por liberarse ahí lo besado más fuerte con imposición y cuando el pequeño cuerpo empezó a luchar por huir, cuando las lagrimas fueron expulsadas con miedo solo ahí se había detenido, pero fue muy tarde.

La voz de una amable mujer lo libero de sus pensamientos.

— Señor. Dun. El Doctor R. lo esta esperando, ingrese por favor.

Tal vez no fue muy decente con Tyler, tal vez si se le había pasado la mano por la lujuria contenía que guardaba contra el menor.

— Es un caso que estoy tratando, puede decirme algo sobre todo lo que le he contado.

Un viejo hombre de próximos setenta y tres años, hizo una ademan para que retornara al asiento principal, en una silla frente a su escritorio. Ambos abandonaron el espacio de terapia, ninguno fue apresurado al lugar de encuentro, en una sala tan extensa a uno le gusta sentirse pequeño ante sus ideas.

— Primero. —tomó lugar en el enorme sillón de cuero, el hombre viejo y de canas largas. — Quiero que llames a una estación de policía, Josh, porque alguien ha abusado de ese indefenso muchachito.

El rostro del pelirosa se colorea. — Le he dicho que tiene, diecinueve.

— ¿Seguro? —el medico se ajustó los anteojos. — Es un comportamiento infantil el que me narraste.

— Estoy seguro de su edad. — Josh intentó esbozar una sonrisa y lo logró.

— Esta bien. —unió las manos el anciano, como solo saben hacer los que han escuchado mucho y ya quieren comentar sobre aquello, profesionalmente. — Estamos hablando de estrés post-traumático. Sucede cuando no solo afecta a la víctima física ni mentalmente sino sentimentalmente. Es la culpabilización de la víctima, un tema muy delicado y personal. Usualmente lo trato directamente con los pacientes porque solo ellos pueden entender la fragilidad de su estado. El perfil del abusador es extenso, suele ser alguien de confianza, alguien a quien estimaba, quería, alguna persona en quien confiaba o simplemente un desconocido. La decepción es la forma más grave de depresión, si ello le añadimos el estado violente que presenta la víctima en sus horas de sueño, estamos hablando de un inconsciente culposo. ¿Sabe usted, si quien le hizo esto a Tyler, tenía conocimiento de los antiguos abusos a los que había sido expuesto? Usualmente estos trastornos ocurren porque la persona siente que ha decepcionado a alguien. Es muy triste que una víctima sienta culpa frente a su agresor, es incorrecto y puede tener consecuencias patológicas. Estamos hablando de un trastorno que puede tener consecuencias graves sino se recurre a la terapia.

— ¿Qué consecuencias?

— La depresión es una de ellas.

— ¿Alguna otra?

— Si espera escuchar, suicidio. Si, Josh. Esto puede conducir a la victima a tomar la decisión de acabar con su vida. Por eso te reitero que me gustaría conocer a tu paciente, temo que pueda atentar contra su vida.

En todo el recorrido no esperó pagar por un diagnostico tan perjuicioso. — Con todo respeto doctor. —dijo Josh. — Creo que está exagerando la situación. Arrojó muchas conclusiones solo por la narración de una tercera persona, no conoce el perfil de la victima ni cual será su reacción al afrontar esto. ...

El hombre retornó contra el la cabecera de su sillón.

— La vida no es una exageración, Sr. Dun y lamento que usted, al igual que su padre, tengan un concepto tan insignificante sobre cómo es la vida de los demás. Le recuerdo que fue su padre, quién pago abogados para desacreditar la imagen de este profesional, solo por no darle un diagnóstico positivo. ¿Se encuentra en el mismo estado? ¿Acaso cree también que su forma de actuar es siempre la correcta o a la que los demás se tienen que adaptar a sus demandas?

Josh busco su reloj en la muñeca. — Eso no me compete, vine como paciente. No ha hablar de los asuntos de mi honorable padre.

Aquello crispo al hombre. — Usted no vino como paciente, permítame el atrevimiento, vino como receptor de información nada más, nervioso sí, pero no creo que por el interés hacia el paciente del que me habla sino tal vez por las consecuencias de sus actos.

— ¿disculpe?

— La sesión a terminado.

Cuando Josh llegó a la puerta de su casa, esa noche tenía el doble de problemas de los que pensaba tener cuando atravesó ese umbral por la mañana. No pensaba que un día podía ponerse peor por cada hora pero así fue, pensó en ello cuando insertaba la llave en el picaporte y cuando ingreso escuchando los ruidosos tacones de la joven que lo esperaba, pensó en que Tyler se estaba quedado traumado por su culpa y abrazo a su prometida porque de todo el veneno que arrojaba a su alrededor a quienes se acercaban, ella era inmune.

El semblante de la mujer se preocupó con tan solo mirarlo.

—¿Qué paso? —preguntó antes de besarlo.

Josh se desajusto la cortaba oscura que se había puesto. El saco le pesaba, lo dejo colgado en el perchero continuó y atendió a su mujer. — Tú padre me odia.

— Lo sé. Pero sobre tú paciente ¿Qué te dijo?

Josh la miró a los ojos. — Lo que me tenía, insomnio por ansiedad.

Ella sonrió. — ¡ya vez que no era grave!

Chico de Alquiler // JoshlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora