— ¿Va doler? —preguntó Tyler.
Jasson tenía la cabeza cubierta de una gorra quirúrgica.
— No. —mintió.
Desconocía la historia completa, Tyler apenas había podido contar pequeños relatos de lo que recordaba, contó que había perdido la noción del tiempo en pocas horas de llegar a la fiesta a la que Pete lo obligó a ir. Jasson desconocía a mayor escala cuál era el grado de relación que mantenía con su amigo Pete, pero había decidido no profundizar en ese tema, las prioridades eran otras en ese momento.
— Será rápido, solo vamos a descartar un virus que se transmite por la sangre.
El menor se cohibió cruzado de brazos, bajó la cabeza para ocultar la vergüenza que sentía. Jasson quiso ser cauteloso. — ¿Estás seguro que "eso" paso?
— Cien por ciento. —dijo bajito.
Jasson estaba preocupado por que el menor hubiera sido infectado por algún virus de transmisión sexual, sabia como acaban esas fiestas por eso prefería abstenerse de asistir a ello, sus amigos siempre trataban de convencerlo, pero lograba huir de ellos con excusas tontas, no confiaba mucho en cómo reaccionaría si ocurriera una pelea. Pete y Patrick siempre eran revoltosos en las fiestas, frecuentaban molestar a la chica con pareja, beber sin medida y su diversión siempre llegaba a ser descontrolada. No podía procesar que su amigo hubiera sido tan descuidado como para dejar a Tyler en manos de un desconocido.
La aguja que sostenía en manos fue golpeada con cuidado y se dirigió a su piel. Tyler cerró los ojos con fuerza, su rostro estaba muy rojo, podía sentirlo muy intimidado por la cercanía de cualquier extraño en los últimos días.
— No va doler, lo prometo. —repitió deseando que fuera así. — ¿Estas listo?
Tyler presionó más los ojos con tanta fuerza que Jasson tuvo unas irreparables ganas de buscar al infeliz que le había provocado aquella humillación y golpearlo con tanta fuerza hasta dejarlo a su cuidado médico, tal vez así entendería todo el daño que causó.
— Hazlo. —dijo Tyler. La aguja se introdujo en la intravenosa y el menor abrió los ojos asustado.
*-*-*-*-*-*-*-*
— ¿Pensando en cosas buenas? -la voz de Debby se filtró en sus pensamientos y aunque trató de ignorarla, era mejor tener a ella en su cabeza que a las imágenes que no dejaban de rebotar en su mente.
— Pensando en ti.
— Aww. —dijo una tercera voz. La amiga de Debby sujetaba un sombrero playero sobre su cabeza mientras la castaña trataba de relatarlo sobre el lienzo que sostenía entre manos.
La vida trascurrí así. Cada vez que podía, Debby ubicaba a alguna amiga lejana y la invitaba a casa para no sentirse sola, la ausencia del castaño evidencio en ella el enorme vació que existía cuando su prometido se iba todas las tardes a sus prácticas en el hospital. Estaba aterrada de sentirse sola entre tantas paredes, con los empleados ausentes y los vecinos siempre distantes.
— Amor, ya es hora. —dijo el pelirosa.
La castaña lo miró con tristeza y alejo a que era muy temprano para marcharse, más entendió sus razones con rapidez, pues en ningún momento se desprendió del lienzo.
— Josh espera. —pronunció ella tras sus pasos.
El mayor la miró expectante, la mujer tenía una curiosa mirada sobre él. Lo miró con cautela un poco más antes se decir:
— Sé te está cayendo la tinta. —notó. — Tu cabello ya está empezando a ser más oscuro que rosado.
Josh elevó una mano a su cabeza y aunque no pudo ver la tonalidad que traía en su cabello, compartió la tristeza de la mujer.
— Tú padre dijo.... —empezó a decir Josh.
La castaña lo completo: — Que te daba mi mano si no volvías a teñirte el pelo.
— Además por la carrera. —acotó el doctor, intentando alejar la responsabilidad de aquello al padre de Debby. — Ya era tiempo que se despintara.
Durante el viaje al hospital Josh se replanteó realmente si ir o no al hospital esa tarde, había muchas voces en su mente y no podía hacer que se detuvieran. Su remordimiento había aprendido a hablar y ahora lo atormentaba recordándole lo que se rehusaba a admitir. El volante entre sus manos lo dirigía a la derecha, atravesó el edificio de seis pisos que interceptaba la calle principal al teatro central, ahí los adolescentes podían movilizarse en bicicletas por un pasaje sencillo que fue construido para los enamorados con árboles que los dirigían a una catedral pequeña en el corazón de la ciudad. Josh siempre veía ese camino cuando era pequeño, se imaginó muchas veces manejando sobre ruedas ahí acompañado de alguien que compartiera la misma ilusión. No sucedió así, nunca aprendió a andar en bicicleta y esa pareja imaginaria que pedaleaba junto a él nunca llegó. Había conocido a Debby en la universidad con muchas ideas demasiado diferentes para invitarla a realizar semejante fantasía urbana.
— Mierda. —dijo de pronto. De inmediato la imagen de Tyler sentado en el asiento de copiloto se hizo presente. La primera vez que había contratado sus servicios lo llevo en este mismo auto y lo vio taparse las orejas con ambas manos con tanta rapidez que creyó que algún insecto lo había estado perturbando.
"— ¿Qué? —le había preguntado, esa noche, tan indiferente como restringido, nunca mirándolo directamente siempre con la mirada en alto pasando de él, demostrando en todo momento su superioridad.
— No me gusta esa palabra. —había dicho entonces. Se burló de él esa noche y lo hizo cada vez que le repetía la frase, nunca entendió la gravedad que esa palabra causaba en los sentidos del menor, nunca quiso saber más."
Esa noche mientras lo llevaba de vuelta a la calle dónde lo había recogido, estuvo imaginando los escenarios más obscenos a los que podría someterlo, ahora en la actualidad solo quería darle la autorización de golpearlo con toda la ira contenida que debiera guardarle. No era secreto para él que Tyler le tenía miedo, siempre había sido muy respetuoso cuando fue acogido por su prometida en la casa, pero claramente después de lo ocurrido algunas cosas cambiaban.
Golpeo el volante con las manos. — ¡Mierda!
Ya no podría besarlo otra vez.
Podía aceptar todo, aceptar que fue una completa locura llevarlo en estado de descontrol a su casa y aprovecharse de ello, podía aceptar esa culpa, podía vivir con eso. Aceptaba que el menor lo odiara con todas sus fuerzas y que le fuera indiferente hasta el último día de los tiempos, lo aceptaba. Pero no podía aceptar que Tyler ya nunca lo besará como lo hizo la última vez que se subió con él a ese auto. Esa tarde que él gritaba, que lo acusaba de lo que sus ojos habían visto, fue Tyler quién lo beso acorralado por sus gritos, temeroso y tan confiado de que eso sería suficiente para tranquilizarlo. Y lo consiguió, porque ahora no podía sacar esa picazón de la piel.
De nada le sirvió hacerlo robado esa noche, de ningún orgullo lo lleno haberlo tomado con tanta rudeza y crueldad, haciéndolo llorar durante toda la noche. No le servía de nada porque en ningún momento de la noche había podía reproducir el mismo efecto que causo en él, esa tarde, esa peculiaridad de tomarlo del rostro, ese impulsó inocente y esa rapidez con la que lo conectó la primera vez, no había vuelto a suceder.
Ahora se sentía culpable porque mientras estacionaba el vehículo se permitía admitir en voz alta que esa persona que lo besó esa tarde no volvería, y no volvería porque él lo había destruido.
— Mierda. —exclamó por última vez al ingresar al hospital al momento que un chico castaño se llevaba las manos a la oreja, acompañado de un enfermero que le recriminaba el acto por su estado y él ya a lo lejos se disculpaba, porque odiaba esa palabra.
ESTÁS LEYENDO
Chico de Alquiler // Joshler
FanfictionLa vida de Tyler esta llena de lagrimas y Josh esta rodeado de muchos reflectores.