Capítulo 27

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Habíamos entrado por la puerta principal de la casa de Micaela. Al haber estado en el pórtico dejamos los paraguas los cuales estaban empapados al igual que las prendas que llevábamos puestas.

Al estar dentro la casa Micaela había gritado para anunciar su llegada.

— ¡Ya estamos de regreso! — dijo con voz fuerte.

Reí leve observándola pero recordando que las gotas de agua caían de mi cuerpo.

— Micaela... no me gustaría sonar irritante pero... creo que mejor debería de irme además de que estoy mojando el suelo — dije rápidamente algo apenada.

Ella negó leve.

— No... espera aquí ahora vuel...

— Buenas tardes, señoritas — la voz del hermano de Micaela había captado nuestra atención.

— Ah, eres tú, idiota.

El todo los ojos bajando los últimos escalones que daban al segundo piso con un par de toallas sobre sus manos.

— Te recuerdo que tengo nombre, enana — dijo el acercándose a nosotros.

— ¿Ah si? — el asintió leve pero Mica había dicho con sarcasmo — Me sorprende que tu diminuto cerebro recuerde esos pequeños detalles, anda, dame eso.

Tomó las toallas para después pasarme una y que empezáramos a secarnos el cuerpo. Mientras lo hacía estaba segura que podía sentir su mirada sobre nosotras.

Solo me limite a saludarlo.

— Hola...

— Hola, Vane.

El estaba impecable, limpio y seco. Su pelo rubio estaba desordenado. Llevaba solo el pantalón de su piyama y el torso desnudo delatando lo bien ejercitado que tenía su cuerpo.

El era lo opuesto a Micaela. Era muy alto, de tez pálida y de pelo rubio. Lo único que ambos tenían en común era el distintivo color de ojos verde claro.

— ¿Y eso? — dijo Mica viéndolo mientras secaba un poco su pelo con la toalla.

— Y eso... ¿Qué? — dijo el algo confuso.

— ¿Por qué nos has traído las toallas? — ella alzó una ceja viéndolo y terminando de secarse el pelo — ¿Ya extrañabas a Vanessa, cierto?

Sus ojos se habían movido de un lugar a otro negando de ello pero delatando lo poco nervioso que estaba.

— No... simplemente las vi desde la ventana de mi habitación unas casas antes de llegar.

— ¿Y no tuviste la mínima gracia para abrirnos la puerta cuando llegáramos? — dijo Micaela algo molesta.

El soltó un leve bufido seguido de una pequeña risa.

— No tenía porqué hacerlo — dijo con simpleza dándose la media vuelta dispuesto a subir de nuevo.

— ¡ERES UN COMPLETO IDIOTA, DAVID! — dijo Micaela bastante molesta y arrojándole la toalla pero este mismo ya había logrado escaparse subiendo las escaleras con rapidez.

La observé y reí leve.

— Relájate — observé la toalla que tenía en mis manos — Ya estamos aquí.

Ella asintió dejando salir un suspiro.

— Tienes razón pero el es un idiota — dejó aún lado la bolsa con las compras que habíamos hecho en la mesita que estaba cerca nosotras — Vamos a mi habitación para cambiarnos de ropa si no pescaremos un buen resfriado.

BLACK  // Completa ||EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora