Caminamos entrelazando nuestros brazos como si fuésemos niñas pero eso no nos importaba, por fin podríamos disfrutar de la ciudad solo nosotras tres. Era sábado y esta sería nuestra última noche en Berlín y a pesar de que no habíamos disfrutado de toda la ciudad, hoy íbamos a estar fuera del hotel por un buen rato.Me sentía cómoda y feliz; cómoda porque hoy no llevaba ropa formal encima y feliz porque por fin me sentía como una verdadera turista.
— ¡Hoy pienso disfrutar de esto!— grito mientras alzo la mirada al cielo, por suerte hoy no iba a llover aquí.— Esto es impresionante.
—Mucho más de lo que imaginaba — dice Ava mientras sonríe a la pantalla de su móvil sacándose una foto— Quién diría que estaríamos delante de la mismísima Puerta de Brandeburgo
— Venga, vamos a acercarnos un poco más.— dice Liberty.
Las tres nos mezclamos entre la gente, en su mayoría turistas, que no paraban de sacar fotos y no me sorprendía ya que se trataba de uno de los símbolos emblemáticos e importante de la historia de Alemania.
— Venga, vamos a sacarnos fotos— Ava rueda los ojos al oír a Liberty y esta imita su acción — ¿Tienes algún problema, guapa?
—¿Yo? ¡Qué va!. Ya sabes que las fotos son lo mío.
— Baja ese egocentrismo un poco. — paso uno de mis brazos por su hombro y la llevo hasta el centro para posar junto a ella y sonreír para las fotos.
De nosotras tres, la menor de todas era Liberty y se notaba mucho ya que ella irradiaba alegría por donde pasara al contrario de la malhumorada de Ava y mi neutralidad diaria. Aunque a decir verdad, ella era una caja de sorpresas y estaba segura que el día que alguien se fije en su persona se volverá tan loco por descifrarla que esperaba por ese día con ansias.
Hago videos al lugar y me voy alejando un poco de mis amigas, quería grabar este lugar en mi móvil y quién sabe, también podía acabar subiéndolo en Instagram. Mis ojos se encuentran con una señora que apuesto que era latina, ese acento colombiano la delataba, sonrío en su dirección antes de volver a lo mio.
Y hablando de la mujer latina...
— Dime.
— ¿Cómo que «dime»? Vaya forma de saludar.— exclama la mujer toda ofendida a través de la línea.
— Mamá, no empecemos.
— ¿Cuándo estás de regreso?— el ruido de cosas romperse llegan hasta mis oídos — ¡Te dije que no le dieras eso, tonto!
Aparto el móvil de mi oreja al escucharla gritar, sea lo que sea que mi hermano hubiese hecho, me compadecía de él ahora mismo. Lidiar con mamá enfadada era como pelear contra Goliat a diferencia que nosotros no éramos David por lo que ya podéis imaginar quien era el ganador en esta batalla.
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Cuidado con el alemán #1
RomanceEn edición. Primer libro de la trilogía Cuidado. Decidme que ese de ahí no es el jodido alemán que me trastornó la cabeza en mi adolescencia. Por Dios, decidme que ese que va acompañado de una avispa andante no es el mismo idiota que pasaba de mi cu...