Capítulo 41

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El lunes me dediqué a trabajar, envié documentos con distintas traducciones a cada una de las personas que me contactaron y a penas me moví de casa, llevaba unos días peor que mal. El martes salí con Liberty para hacer la compra del mes, solíamos ser unas chicas con demasiado apetito la verdad, sobre todo Ava que a pesar de trabajar como modelo siempre se escondía de su mánager para comer hamburguesas y patatas. También leí un poco por la tarde y me fijé en que tenía llamadas perdidas de Strom pero hice lo que vine haciendo desde el fin de semana, darle a ignorar.

El miércoles me levanté muy temprano para salir a correr y pasarme por una cafetería para desayunar, de camino a casa me encontré con un amigo de la universidad e intercambiamos números, hacía mucho que no nos veíamos.

Para cuando el jueves llegó, me sentí en decadencia y a pesar de que intentaba tener la mente ocupada siempre acaba pensando en el culpable de todos mis males. Por suerte, tenía el apoyo moral de mis amigas que cancelaron algunos planes para pasar más tiempo conmigo. Sobre las once de la mañana me dirigí hacia el centro comercial, Patrick me pidió que fuera a su oficina y casi a rastras tuve que obligarme a mi misma a dejar la cama, me duché y me puse un vestido rosa pastel de manga tres cuartos que se ceñía a mi cuerpo y que tenía un recatado escote.

—Joder con la tía, menudo outfit, si señor. Me encantaría ver la cara de Patrick, de sólo imaginarlo me meo de la risa - le saco el dedo del medio- Suerte con eso, minion.

«Aquí vamos de nuevo.»

—Hace mucho que no oía ese mote de tu parte.

—¿Será porqué me amenazaste con cocinar? Lo último que quiero es morir con tu comida atascada en mi garganta.

—¡Serás cabrona!

—¡Solo digo la verdad! ¡Te jodes!

—No sé para que pongo el despertador si tu puta voz me levanta siempre.— se queja Liberty y le lanza un cojín en toda la cara— Estás muy guapa Jinx pero corre antes de que llegues tarde.

No es que sea dramática pero a penas mi mirada enfoca al rubio de ojos azules hablando con el otro guardaespaldas de la marciana, prácticamente me llevé el bolso a la cara y corrí al ascensor. ¿Por qué lo había hecho? Ni yo misma tenía esa respuesta después de entrar en razón una vez que estuve en el ascensor.

Yo no tenía por qué esconderme de nadie, digo, no hice nada malo y tampoco maté a nadie así que...¿Por qué diablos estaba huyendo? Con ese pensamiento en la cabeza caminé acompañada de Patrick hacia la salida rumbo a una comida de negocios con un cliente portugués. De alguna u otra forma tuvimos que pasar por el área reservada para los De Rosa y respiré más tranquila cuando no vi rastro alguno de aquellos alemanes en general. Estaba tan cansada de todo lo relacionado con Alemania a tal punto que decidí dejar, otra vez, el idioma a un lado.

Cuidado con el alemán #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora