Capítulo 37

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Yo solo digo que os ajustéis los cinturones y alguna que otra cosita más...

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Sus dedos eran puras llamas de fuego sobre mi piel

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Sus dedos eran puras llamas de fuego sobre mi piel.

Mi corazón va demasiado rápido, a tal punto que podía oír mis propios latidos desenfrenados pero lo único que de verdad me importaba en este momento era que Strom se mantuviera besándome de aquella forma tan intensa como si quisiera succionar todo de mi hasta llegar a mi alma. Su toque delicado me ponía más ansiosa de lo que ya estaba, las yemas de sus dedos me erizaban la piel y eso se podía notar en mi abdomen expuesto solo para él. Acostada sobre aquellas sábanas blancas, mi pelo está extendido sobre las almohadas y una sonrisa se forma en mi rostro cuando noto su barba en una de mis mejillas produciendo un leve cosquilleo en la zona.

— Eres hermosa.

Sus labios viajan y besan mis clavículas con una paciencia que me mata lentamente, puedo sentir mi frente sudar a medida que su rostro se pierde en mi cuello, me es inevitable no llevar mis manos hasta su pelo y tirar un poco de este. Cierro los ojos con fuerza cuando con la yema de sus dedos traza círculos en mi abdomen y cuando pienso que él va a parar con aquella tortura, sus besos van bajando hasta mi pecho que permanece cubierto por aquel top deportivo negro, puedo sentir su aliento entre mis pecho a medida que va descendiendo hasta la piel expuesta de mi abdomen para empezar a besar mis costillas.

—Dios mío. — murmuro.

—¿Se siente bien?

Lo único que puedo hacer ante semejante pregunta es asentir repetidas veces como si él pudiera verme, está demasiado concentrado en pasar su lengua por mi piel que otra cosa. Mi cuerpo se retuerce y se va inclinando más hacia su boca como si tuviera vida propia, con cuidado acaricio aquel rostro algo magullado para no hacerle daño y lo atraigo de regreso hacia mis labios cuando noto sus manos bajando hasta la cremallera de mi pantalón.

Decir que no estaba nerviosa sería mentir pero decir que no me moría de ganas de que él siguiera con aquella expedición sería un pecado.

« Y muy grande. »

Su lengua se entrelaza con la mía de una forma exquisitamente peligrosa, mi respiración es entrecortada y sus manos se pasean por mis piernas, puedo sentir el calor recorrer mi cuerpo antes de que deje de besarme.
Me mira a los ojos como si esperara algún tipo de señal que le diga que no siga con esto pero lo único que hago es susurrar un pequeño sí.

«Joder, me siento como una jodida adolescente y ya tenía 27.»

Con cuidado, retira mis pantalones mientras va regando besos gratis por mis muslos, me deja expuesta con solo un pequeño top y unas bragas negras a juego. Mis pies se mueven inquietos cuando lo veo de pie frente a mi, observándome con aquellos ojos que se han tornado más azules de lo normal y eso crea cierta vergüenza en mi al estar de esta forma delante de él.

Cuidado con el alemán #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora