Capítulo 19

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¡Muchísimas gracias por los 8K de lecturas y los 1K de estrellas! Jamás pensé que esta historia engancharía a muchos en menos de tres meses, lo aprecio mucho...¡DEMASIADO!

¡DEMASIADO!

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—¡Buenos días!

La sonrisa contagiosa de la señora García hace que quite mis ojos del ordenador después de pasarme toda la mañana revisando algunos documentos relacionados con los portugueses con los que trabajábamos. Hacía solo un par de meses que no la veía y ya tenía el cabello de un color distinto a como la recordaba, aunque no la conocía muy bien sabía que uno de sus pasatiempos favoritos era ese, teñirse la melena cada vez que podía.

Cuando me pongo de pie y rodeo mi escritorio para ir hasta ella y depositar dos besos en sus mejillas compruebo que lleva el collar que Patrick le compró cuando estábamos en Alemania, aplaudo por dentro cuando veo que había acertado con mi elección.

— Díos mío señora García, ¿qué hace por aquí?— le digo mientras la invito a sentarse en uno de los sofás negros que hay a un lado de la puerta de la oficina de su hijo.— Hace mucho que no la veía.

— Pasé a ver cómo estaba mi hijo.— dice mientras me hace señas para sentarme a su lado— ¿Tú sabes qué le pasa? Este fin de semana ha estado algo enfermo pero sé qué le pasa algo más.

Me doy cuenta de que llevo el pelo recogido cuando de forma inconsciente busco con mis dedos las puntas de mi cabello para entrelazarlos en el. Paso mi mano por la nuca y sonrío nerviosa a la vez que niego con mi cabeza aún cuando intuyo que la única culpable de todo esto puedo ser yo. Intento cambiar de conversación mientras espero a que Patrick acabe de hablar con uno de sus socios y así poder llevar a su madre junto a él, hablamos del viaje que hicimos recientemente y cómo conseguimos llegar a un acuerdo con el italiano De Rosa. Puedo ver como sus ojos brillan de orgullo cada vez que hablo de las cosas que ha hecho su hijo durante el viaje y es que...¿Qué madre no estaría orgullosa de sus hijos?

—Y tú, ¿Jinx? ¿Estás saliendo con alguien?

La taza de café me tiembla entre las manos y agradezco a Dios que no se me haya caído sobre las piernas de la madre de mi jefe. La imagen de la noche del sábado viene a mi memoria y cuando la señora García tiene la taza de café entre sus manos, acaricio una de mis manos recordando todo lo que pasó esa noche.

<<Céntrate Jinx, no te despistes.>>

—Eh...No, no estoy saliendo con nadie señora.

— Pero, ¿cómo? ¡Me dijiste lo mismo hace dos meses!— muerdo mi labio inferior, odiaba estos cuestionarios sobre mi vida sentimental— Seguro que mi hijo no te deja ni respirar,— <<si supiera...>>— hablaré con él para que te de un poco de descanso.

—¡No! No es nada de eso, solo...No he encontrado al indicado.

Ella acaricia mi mejilla de forma amigable y me sonríe con cierta ternura que espero atenta a sus palabras.

Cuidado con el alemán #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora