Capítulo 59

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La cuarentena por aquí ya es casi inexistente por no decir que ya podes hacer casi todo excepto ir de fiesta.
Espero que todos estéis bien y disculpad por la demora, está novela ha sufrido por cambios a su final.🙄❤️
Gracias por todo el apoyo, os leo!

🙄❤️Gracias por todo el apoyo, os leo!

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Lo he visto.

Sé que lo he visto porque él jamás pasaría desapercibido ante mis ojos, pero hay mucha gente que me impide ver más allá y empiezo a desesperarme cada vez más.

Empujo a todo aquel que se interpone en mi camino, la amabilidad y educación es lo último que me importa, solo quiero encontrarlo y decirle que él es lo mejor que me ha pasado en la vida. No quiero que se vaya.

Y como si Dios hubiese escuchado mis plegarias, lo veo a unos cuantos metros de mi en una de las filas que sé que lo llevarán directo al avión de regreso a Alemania.

—    ¡Strom!

Grito su nombre con la esperanza de que voltee a mirarme una vez más pero parece que él no consigue notar mi presencia aquí, no lo dudo dos veces y empiezo a gritar con tanta fuerza que siento mi garganta desgarrarse.

¿Por qué permanezco de pie aquí?

La persona que tenía delante ya ha sido atendida y Strom no tarda mucho en entregarle el pasaporte a la joven azafata.

No me lo pienso dos veces y empiezo a correr en dirección a ellos, mi corazón late con fuerza y puedo sentir mi propio miedo, él no puede irse de aquí. No ahora.

Dos cuerpos robustos me detienen a dos metros de él, no parecen contentos con mi presencia.

—    Necesito que nos acompañe.

—    ¿Qué? — ambos me sujetan de los brazos e intentan llevarme— ¡Soltadme! ¡Soltadme, os he dicho! ¡Strom! — grito cuando veo como coge sus maletas nuevamente, se está yendo—No...Por favor, necesito...¡Strom!

Mis gritos parecen ser en vano, él no consigue escucharme y yo no consigo que ambos hombres me suelten, aun así no paro de gritar su nombre con la esperanza de que de media vuelta. Pero a medida que va desapareciendo por aquel largo pasillo, mi esperanza desaparece.

—    ¡Soltadme de una vez! ¡Por favor! — suplico entre lágrimas  Strom, no te vayas. ¡Detente! ¡Strom!

Abro los ojos con el corazón desbocado en mí pecho, la mirada preocupada de mis dos amigas me reciben de vuelta a la realidad, otra vez he vuelto a quedarme dormida en el salón y una vez más son ellas las que me consuelan durante la madrugada.

Han pasado 21 días desde la última vez que supe algo de Strom Ackermann, encontré su carta tirada cerca de la encimera de la cocina y para cuando llegué al aeropuerto ya no estaba ahí. Desde ese día tengo sueños de él desapareciendo delante de mis ojos y yo sin poder hacer nada.

Cuidado con el alemán #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora