Capítulo 14

17.4K 1.3K 88
                                    

       Preparad vuestros corazones.

       Preparad vuestros corazones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



¿Y si el abuelo tenía razón y todos los seres humanos estábamos destinados a una persona en concreto?

Me siento extraña aún cuando llevamos un buen rato en su coche con destino a sabe Dios dónde, de vez en cuando le miro disimuladamente para después mirar a la carretera. Permanecemos en silencio y poco a poco nos vamos alejando de las transitadas calles de Berlín.

Cuando a Strom se le dio por tomarme de la mano y no soltarme, algunas adolescentes pasaron por nuestro lado y nos echaron un par de miradas soñadoras seguramente pensando que nosotros éramos pareja, cosa que estaba muy lejos de la realidad porque el destino así lo quiso y parece que así lo quiere.

Entonces...¿por qué las palabras del abuelo atormentan mi mente una y otra vez?

Mientras siento mis párpados pesados debido a las pocas horas que había dormido en estos días, mi mente empieza a jugarme una mala pasada recordándome cosas que alguna vez pensé que podrían llegar a suceder, como la remota idea de nosotros  saliendo juntos. Varias veces había soñado con tenerlo a mi lado pero ahora era todo muy distinto,  ya habíamos llegado a una edad dónde no había lugar para los sueños sino para la realidad.

Cuando pienso que me quedaré dormida ahí dentro, el coche se detiene y mis ojos no pueden creer lo que están viendo.

«Joder.»

Al igual que Madrid, Berlín carecía de playa pero recuerdo que una vez me enteré por internet que aquí había una especie de playa artificial dónde mucha gente solía ir en verano y yo siempre tuve la ilusión de venir hasta aquí...Y se lo dije a Strom. Fue en una de esas conversaciones por Globalink en dónde cada día intentábamos conocernos más y enseñar un poco su país al otro.

—Te acordaste.

Digo mientras tomamos asiento en uno de los pequeños barcos que hay sobre la arena.

—Siempre quisiste venir aquí y si, lo recuerdo. — suspira — Así cómo también recuerdo que te dije que te traería alguna vez aquí. — le observo con detenimiento, cada vez que decía algo causaba un gran alboroto dentro de mi. Aparto mi mirada de la suya cuando mi pecho comienza a doler.

«Oh, Dios mío.»

Intento centrar mi atención en el cielo oscuro pero estrellado gracia a las estrellas para que no vea las lágrimas que estoy tratando de esconder. Si es verdad que yo ya no siento nada por él, mi yo adolescente aún permanecía oculto en algún lugar de mi interior haciendo que el dolor que alguna vez sentí saliera a flote sin importar que ahora sea ya una adulta.

—¿Por qué?

Me siento de forma que quedo con mi cuerpo girado hacia el suyo, el alemán se encoge y apoya sus codos sobre sus piernas pero no dice nada.

Cuidado con el alemán #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora