Capítulo 49

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¿Qué hace él aquí?

Parpadea sorprendido por la seguridad de mis palabras pero no se aleja y yo deseo que lo haga.

Creo.
Debería ser así.

—No pensé que podrías...

—¿Diferenciarlos?— asiente — Creo que he encontrado la forma de hacerlo.

Puede que los dos a simple vista sean casi idénticos pero había ciertas diferencias que solo yo podía notar del resto. Los lunares que Strom tenía en el cuello, justo al lado de la manzana de Adán formando un triángulo, me habían hecho identificarlo sin vacilar ni dudar de que se trataba de él. Había pasado el tiempo suficiente acurrucada en su pecho pasando las yemas de los dedos por su cuello como para no darme cuenta de eso, eran pequeños y difíciles de ver a simple vista pero el tenerlo cerca había ayudado en mi investigación.

Gracias a Dios había podido comprobar que Blitz Ackermann no tenía ningún lunar en esa zona el día que decidió llamarme para tomar algo.

Strom no hace pregunta alguna y solo asiente.

—De todas formas, ¿qué haces aquí? ¿A caso me estás siguiendo?

—Como si fuera fácil entrar aquí.— se pasa una mano por el pelo, tengo sus marcados bíceps delante de mis narices— A estas alturas creo que no hace falta que te diga como llegué hasta aquí.

—Luciana.

Asiente.

—Digamos que hoy tengo el día libre. No es cosa mía pero gracias a Dios que me lo dieron.— frunzo el ceño sin entender— Pedí un bañador, no sabía que tenían tantos de repuesto .—hace una pausa para después continuar— Estuve ejercitándome un poco, no tenía ni idea de que te encontraría aquí. No soy un maldito acosador, Jinx.

— Tus actos dicen todo lo contrario, Strom.— utilizo el mismo tono, me cruzo de brazos y le doy una mirada de pocos amigos.

— Eso es lo que Blitz intenta hacerte creer. Vete con cuidado, no todo lo que brilla es oro.

—Con el único que debería irme con cuidado es contigo y no intentes jugar conmigo porque...

—Estás guapísima.

—¿Qué?— nuestras voces se mezclan, sus palabras consiguen descolocarme.

— Ese bañador es muy...Deberías...— tartamudea y sigo la mirada de sus ojos, llevo las manos hasta mi escote y cubro mis pechos como puedo— Mejor.

—Eres un pervertido.— mis mejillas arden y aprovecho aquel desliz para alejarme de él hasta llegar a un extremo de la piscina, ahora si no quedaba nadie en ella.

Paso la lengua por mis labios cuando lo veo sumergirse dentro del agua. Este hombre quería atormentarme a cómo de lugar y lo estaba consiguiendo, un escalofrío recorre mi espina dorsal cuando en un abrir y cerrar de ojos aparece su rostro a escasos centímetros del mío, mucho más cerca qué antes. Siento su cálido aliento en el rostro, ha apoyado los brazos en los bordes de la piscina acorralándome y dejándome sin escapatoria. Sus ojos azules viajan de mis ojos hasta mis labios entreabiertos que, de forma inconsistente, tiemblan debido a él y se que no debería ni siquiera desear su cercanía.
Puedo escuchar los latidos de mi propio corazón bombeando de una forma casi descabellada cuando sus dedos recorren mis mejillas dibujando el contorno de mis labios antes de volver a mirarme, un dolor placentero me abarca en el cuerpo cuando se aferra a mi cintura y empieza a besar mi mejilla izquierda.

Cuidado con el alemán #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora