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Zain
Estaba cansado, mi ropa estaba manchada de sangre y rota.
Me dirigí hacía la recámara. En cuanto pisé el pasillo el olor de mi mate me envolvió profundamente, Simplemente no me cansaría de aquello, agradable a mi olfato.
Abrí la puerta encontrándome con Lía acostada justo en donde la dejé, abrazada a uno de los cojines y su hermoso cabello rodeando su cara por completo. Me arrodillo junto a ella y quité suavemente su cabello del rostro encontrándome con esos hermosos ojos cerrados, sus largas pestañas en su pómulo, su respiración tranquila y sus mejillas levemente sonrosadas.
Ella lo era todo.
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Lia.
Ese nombre tan hermoso se mantiene grabado en mi desde él día en que tuve la oportunidad de conocerla. Sus ojos me tenían hipnotizados, sus increíbles ojos azules. El cabello, esos tirabuzones que descendían por su rostro angelical, adorable e inocente que hacía que mi corazón se acelerara. Cada una de sus pecas y lunares eran como pequeñas estrellas que quisieras unir para formar nuevas constelaciónes. No acostumbraba a sentir estas cosas ni a hablar así, siempre he sido caracterizado por mi fuerza bruta pero ella saca lo mejor de mi.
Podría ser mi perdición y no lo sabía aún.
Subo rápidamente las escaleras hasta llegar al pasillo, cuando llego a la puerta me mantengo de pie frente a esta. Desde la noche anterior no la había vuelto a ver y ya necesitaba de ella.
Toqué dos veces a la puerta y luego entro a la recamara. Ella se encontraba sentada en un mueble cerca del ventanal con la mirada perdida. Se miraba hermosa no lo podía negar me tenía mas que embobado, él viento que entraba por la ventana movía su cabello, logrando que su aroma se intensificara en la habitación.
— Hola — Saludó y ella baja la mirada nerviosa acto que me incomoda — Me he tomado él atrevimiento de usar tu baño espero no te moleste.
— No te preocupes — Me acerco hacía ella e intenta no mirarme — Necesito vengas conmigo a un lugar — Pido y ella me mira por primera vez en el día, dudosa — ¿Vienes?
Le tiendo la mano rogando a que no me rechace de tomarla y no lo hace. Siento la sensación más jodida del mundo, miles de corrientes pasan por mi brazo y se que ella lo siente su corazón se acelera y su mirada se mantiene fija en nuestras manos nerviosa, aquel era un simple acto para muchos, pero para mi era increíble y maravilloso.
Camino con ella hacía abajo encontrándonos con Sasha.
— ¡Querido! — Exclama y se acerca a mi, por ende Lía suelta mano y me hierve la sangre en un dos por tres.
Alejo a Sasha de encima mío y la miro expectante. Mientras sin mirar a Lia retomo el agarre nuevamente acercándola a mí.
— ¿Que haces aquí? — Cuestiono molesto.
— Me enteré de que tu familia llega hoy y quise venir a darles la bienvenida — observa nuestras manos entrelazadas.
Su rostro se desencaja y veo el odio en su mirar.
— Bien, esperalos yo tengo algo mucho más importante que hacer — La dejo y salgo de casa. Fijo la mirada en Lía, no ha dicho nada, noto como observa todo a su alrededor. Le abro la puerta del copiloto y luego entro yo colocando seguro a su puerta para luego tomar rumbo al lugar.
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Al llegar al páramo se que ella lo reconoce al instante. Es él mismo donde la encontré la primera vez.
Salimos del auto y caminamos en silencio cerca de la piedra. Él ambiente es tranquilo, el lago está en calma, el sol esta leve y él cielo despejado.
— Lía — Suspiro, me coloco frente a ella y me ve a los ojos — Necesito que me jures que no correrás por lo que te voy a mostrar — ella asiente dudosa.
—¿Porque?
— Solo Prometelo — Pide.
— Está bien — dice dudosa.
Me alejo un poco de ella y respiro profundamente. No se si ella realmente esté lista, si esto me hace perderla me sentiría muy mal y no lo soportaría.
