XXVII

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Una semana más tarde..

Zain

Mi cabeza daba vueltas violentamente, no sabía cuánto tiempo había pasado en realidad. Salí como todas las mañanas junto con los guerreros más sobresalientes de la manada. Habíamos buscado apoyo de otros lobos de las distintas manadas más cercanas. Expandimos a cuatro, las más grandes por todo el país, Y nada. Es como si la tierra se la hubiese tragado, cada segundo que pasaba era como una eternidad. El no saber que ocurría con ella, el no saber como estaba. Cómo se sentía me dolía en lo más profundo. El sentimiento de que ella estaba en peligro me carcomian constantemente.

Una semana de preocupación intensa al no saber de ella y ya me estaba volviendo loco al no tener resultados.

— Alpha Zain — Llama uno de los comandantes a cargo de uno de los grupos — La búsqueda del lado norte no ha dado frutos. Investigamos hasta aguas del este y nada, aunque mantendremos ese lado bajo nuestra mirada — asentí.

Como todos los días, la búsqueda fue en vano, no había resultado ¡Tan siquiera una pista! Llegué a casa adolorido más emocionalmente que físicamente.

— Zain cariño — Mamá se acercó a mi con una cara de tristeza instalada en su rostro como ya era costumbre — No me gusta verte así amor — Su voz sonaba afligida.

Caminé hasta el sofá en frente quedaba un largo ventanal con vista al oscuro jardín iluminado por la gran luna.

— ¿Como quieres que esté mamá? Ella no está aquí, me siento débil, cansado, derrotado, es como si una parte de mi simplemente no existiera — ella se acerca a mi abrazandome sollozando.

— La encontraremos, Tengo fé en la diosa de que sí — murmuró.

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Lia

Mi cabeza dolía horrores. Traté de abrir los ojos pero estos me pesaban y dolían horriblemente. Intenté acostumbrarme a la débil y poca luz que entraba por uno de los muchos huecos en el lugar, el suelo estaba cubierto de musgo y en el techo habían manchas de filtrados de agua gotereando de forma constante. Era un lugar bastante húmedo, sucio y turbio. Mis manos estaban amarradas a una silla de hierro con algo no parecido a sogas más bien alambres al igual que mis pies.

Todo mi cuerpo reclamaba, sentía mis músculos adormecidos mi panza dolía horrores además del hambre que tenía.

Mi cabeza martillaban constantemente y mis piernas estaban dormidas. El miedo se instaló en mi pecho.

Miré a todos lados en busca de alguna puerta o ventanas pero, a parte de la de salida supongo no había más nada.

La desesperación me invadió mientras empecé a moverme en el sitio donde estaba desesperadamente. La puerta se abrió con un estruendoso ruido, mi respiración se detuvo de golpe al ver la grande silueta entrando por ella.

— Hola pequeña, Que magnífico Placer me es verte — Soltó con un tono escalofriante.

Era él.

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*inserte canción dramática propia de la rosa de Guadalupe*

:)


Mía ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora