Lia
Desperté algo desorientada mirando a mi alrededor observando con cautela. Mis ojos pesaban y todo me daba vueltas. Estaba en un hospital.
Lo primero que mis ojos captaron fueron los hermosos arreglos florales que habían en la sala. Zain estaba en un sillón mirando su teléfono algo concentrado mientras al lado de él se encontraba un cunero de esos en los cuales colocaban los bebés en los hospitales. Se había cambiado de ropa, ya no llevaba su formal traje, ahora iba en pantalon de chandal gris y una sudadera del mismo color.
— Hey — Susurró como pude con voz ronca y cansada. El me observó y sonrió levantándose de su asiento con brillo en su mirar y felicidad en su rostro.
— ¿Cómo está la mamá más bella del mundo? — Pregunta.
— Cansada y con ganas de verlo — Señalé la cuna acomodandome en la camilla. Zain fue hacía él y lo tomo en brazos para luego acercarse a mi. Me lo colgó en brazos.
Al momento de su cuerpecito envuelto en mantas llego a mi, un sentimiento de felicidad, protección y amor me lleno completamente.
— Está hermoso — Murmuro.
— Me he enamorado de él desde que lo vi, se parece a tí. Tiene tus pecas — Dijo tocando su pequeña manita.
A diferencia de lo que me había contado Anne los bebés no tienen parecido al nacer pero este era similar a uno de esos bebés de fantasía. Sus ojitos cerrados en total calma y de su gorro sobresalía cabello algo ondulado, demasiado y se podían ver leves pecas en su nariz.
— No le hemos puesto nombre.
— Pensé en Nathan — Susurré.
— Nathan Sokolov, Me gusta.
— ¿De verdad? — Asiente.
— Bienvenido oficialmente a la familia pequeño — dejo un beso en su frente y Zain me observa .
— Gracias por darme este hermoso regalo — Sonrío.
— Tu gracias por secuestrarme aquel día — el ríe.
— Te amo
— Te amo más.
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Fin