Un rato después salimos del restaurante rumbo a casa y cuando llegamos, pasada las ocho de la noche, corrí a mi cuarto a darme un merecido baño y descansar. Me dolían los pies. Nunca me ha gustado ir de compras y a pesar que ahora es más fácil, no tengo que caminar mucho, sigue sin gustarme. Me desespera tener que estar probando cosas.
Me tumbe en el sillón de mi habitación y puse una película. Estaba tan cansada que me dormí rápidamente.
Desperté en medio de la madrugada. Al moverme me dolió todo el cuerpo. Me dormí en una posición media sentada y mis músculo están doloridos. Me paré y traté estirarme para buscar mejoría, todo lo que conseguí fue que mis huesos sonaran y asustarme. Me dolió en la espalda baja y casi no podía enderezarme.
Bien quién me manda a creer que soy de goma.
Me puse a caminar y poco a poco el dolor fue bajando y me pude parar derecha. Decidí ir a la cocina por algo, mi estómago estaba gruñendo.
Me preparé una taza de cereal de chocolate con leche, sí, sí parezco de cinco años y no me importa, y tomé el camino más largo a mi cuarto. Me gustaba caminar por la casa y los pasillos cuando me despertaba de madrugada. Era extraño que la casa estuviera en silencio, pues siempre había gente yendo y viniendo.
En mi recorrido vi la puerta entreabierta del despacho de mi padre y La Luz derramándose por la rendija. No lo dudé y me acerque. Empujé la puerta y lo vi sentado detrás de su escritorio, con ropa informal y una copa de algún whisky en su mano. Se veía demacrado y no me gustó. Andaba muy pensativo últimamente. Algo no debía andar bien.
Al escuchar ruido volvió la cabeza a la puerta y al verme su mirada se suavizó y sonrió.
—Hola escurridiza—me saludó.
—Hola—le devolví el saludo—lo siento, no quería molestar. Es que me pareció raro que la puerta estuviera abierta.
—No molestas, pasa—me invitó a entrar y corrí a sentarme frente a su escritorio en una de las cómodas sillas que tenía ahí.
—¿Qué tienes ahí?—señaló mi taza.
—Cereal de chocolate—contesté.
—Hambrienta ¿eh?—rió.
—¡Dios si! Hoy fuimos a un restaurante y me quedé igual de hambrienta.
Mi padre se rió con ganas mientras yo le relataba mi enfado de más temprano.
—De pequeño siempre me escabullía a la cocina a mitad de la noche a comer algo. Tus abuelos eran bien estrictos con la comida y casi nunca podía comer lo que quería.
Me encanto escuchar su recuerdo y cuando terminó, decidí comentarle mi inquietud.
—Estoy algo preocupada—centro toda su atención al escucharme.
—¿Por qué? ¿Te sientes mal?—negué con la cabeza—¿Entonces? Cuéntame que te pasa hija.
—Estoy preocupada por ti.
—¿Por mí?—Preguntó con el entrecejo arrugado.
—Sí.
—Y eso ¿Por qué?
—Algo te preocupa. Sé que algo no anda bien.
—No pasa nada hija— respondió y se paró a mirar por la ventana.
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Casada Con El Enemigo ©️ +18 Completa
Ngẫu nhiênNo se porque demonios siento un tremecimiento en todo el cuerpo. Él no debería hacerme sentir así. ¡Demonios! No quiero sentirme así con él. Pero que va, la vida no es perfecta y aquí estoy; haciéndome gelatina en los brazos de un hombre al que det...