Capítulo 74

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Aproveché que casi era hora del almuerzo para ir a contarle la gran noticia a mi esposo. Si se ponía intenso utilizaría la comida para relajarlo y de paso, quizás, hasta podría poner en marcha las ideas que me rondaban y se negaban a irse.


Sonreí con malicia mientras salía del ascensor del estacionamiento. Le pedí a Joshua que llegáramos por el área privada, no tenía muchas ganas de pasar por el vestíbulo y saludar o encontraré con mi padre. Apenas había evitado pasar mucho tiempo en compañía de algún miembro de mi familia y si me veía obligada siempre encontraba una excusa para irme antes. Me conocen bastante bien y notarían algo en mí, yo lo sabía, y no estaba lista para la revelación.


El escritorio de la recepción estaba vacío y no me detuve hasta que abrí la puerta de la oficina de mi esposo. No lo vi en ningún lado.


—¿Dorian?—Le llamé y esperé, no hubo respuesta. Fui cerca del baño y lo volví a llamar. —¿Amor, estás ahí?


Nada. Al parecer no estaba.


Decidí esperarlo, quizás estaba con mi padre o algún ejecutivo.


Me senté en uno de los sillones de frente a la puerta y no me había acomodado cuando la puerta se abrió.


—Amor, que bueno que llegas tengo ham...—Mis palabras murieron a medio salir cuando vi que quien estaba en el rellano. Definitivamente no era mi esposo.—¡Tú! ¡¿Qué diablos haces aquí?! —Pregunté sintiendo como el enojo me empezaba a subir.


—Aquí trabajo, ¿Ya lo olvidaste?—Preguntó cínica, Leticia.


¡¿Por qué está aquí esta perra?!


Eso quiero yo saber.


—No, no lo haces. Mejor lárgate en este momento.—dije levantándome.


—¿O qué, llamarás a seguridad?—Levantó una ceja en desafío.


—Podría, pero no sería tan satisfactorio como hacerlo yo misma y no será bonito, créeme.


Oh, si, le patearemos el culo por descarada.


—Te Crees la gran cosa, ¿No?—Preguntó con mala cara.


—No me lo creo, es que lo soy. Mejor empieza a salir, tú no deberías estar aquí. Tienes prohibida la entrada a este edificio o cualquier infraestructura del dominio de la familia Zaba-Stefanides.


—¿Tú cómo crees que llegué aquí arriba sin que nadie me detuviera? ¿De verdad crees que fui despedida? O ¿Qué ese teatrito en la cocina de tu casa hará que Dorian y yo terminemos? Que seas la esposa de Dorian no significa nada.


Por favor, no vengas ahora a dejarte enredar de esta víbora. No le creemos nada, Dorian no la ha dejado aquí y tú lo sabes. Sabemos que la vieja bruja es su aliada, ella puede darle los códigos.


Descuida, no me dejaré engañar.


—No te engañes, Leticia, ser esposa de Dorian significa todos, sino tú no estarías aún arrastrando tu lamentable trasero por migajas. ¿Cuándo entenderás que Dorian jamás volverá contigo? Si crees que Dorian me dejara para irse contigo, es que vives en un mundo de fantasía.

—Di lo que quieras, pero te advierto que no regresé para que una estúpida de barrio me quite lo que siempre ha sido mío. —dice poniéndose frente y mirándome con soberbia, pero si ella cree que me intimida esta equivocada.

—Estás tarde, si antes de conocerme no volvió contigo, ¿Qué te hace pensar que ahora que está casado y comprometido lo hará?

—No permitiré que te inmiscuyas en mis planes con Dorian, si es necesario te quito de en medio. —Escupe muy cerca de mí.

Casada Con El Enemigo ©️ +18 CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora