Casada Con El Enemigo ©️ +18 Completa

Capítulo 48

—¡Lo voy a matar! ¡Lo juro!—Andrea gritaba cosas sobre un desaparecido Johazz.

Apenas llevábamos media hora de haber ingresado en el hospital y mi hermana ya se había vuelto loca. Toda el ala de maternidad sabía que había una loca a punto de parir que había perdido los nervios. Le pregunté a una enfermera si había algún otro cuarto aislado donde pudiéramos llevarla para que así no asustara a las demás embarradas que se encontraban en la misma situación.

Podía escuchar algún llanto de bebé, pero nunca de ninguna mujer, solo de Andrea. Mi hermana tenía unos pulmones que cualquier soprano envidiaría,  si mi sobrina nacía con sus pulmones, ya veía mis oídos sangrar.

—¡Carajo! ¡Duele!—Andrea se retorció. Apretó la vara de la camilla y hasta la golpeó.

¡Jesus Cristo! Se veía demasiado doloroso. Me daba mucha pena a ver a mi hermana así. Le pedí algún medicamento para el dolor, a la doctora, pero me dijo que Andrea ya estaba muy dilatada y que cualquier cosa que le pusieran no surtiría efecto.

—¡Le cortaré la verga! ¡Jamás volverá a tomarme ni con un palo!

—Andy, por favor.

—¡Claro! Como no eres tú a la que le están arrancando las entrañas. ¡Insensible! ¡Vete!

No le hagas caso, tiene dolor.

Yo sabia que tenía dolor y me mataba verla así y no poder ayudarla.

—Perdóname Andy, se que te duele. Agarra mi mano. Estoy aquí contigo.

Ella asintio y se recostó su cabeza en la almohada.

Estaba sudada, a pesar del frío que había en la habitación y también estaba muy pálida. Lanza donde tenía la intravenosa le temblaba. Había sido despojada de toda su ropa y solo tenía una manta de hospital encima. Ni siquiera era bata como las que se ven en las peliculas. Su muñeca tenía una banda con su información y en su estómago, otra banda más ancha que monitoreaba los latidos del bebé. La máquina que estaba al lado de la cama, donde se escuchaba el ritmo cardiaco del feto, hizo un ruido y el ritmo se ralentizó, al mismo tiempo que Andrea se tensaba.

Otra contracción, y muy fuerte. Andy apretó sus ojos, sus dientes, perdió el aliento y casi rompió mi mano. La enfermera dijo que no tardaría mucho en trabajo de parto, pues las contracciones eran las rápidas y estaba dilatando muy bien. Solo esperaba que mi cuñado llegara antes.

La puerta de la habitación se abrió y sentí mejor, pensé que allí. Había llegado mi cuñado y que ya no tendría que preocuparme por el, pero no era Johazz, era mi madre.

—Andy, hija mía—Mi madre Adara corrio a la cama a besar a mi hermana en su frente.

—Mami, duele mucho.—Lloró Andrea.

—Lo se cariño, pero ya pasará.

—No mami, por favor, sácala ya. Me duele tanto—Sollozó sin reparos.

Mi mamá se limpió las lágrimas y trato de calmar a mi hermana mientras a mí me temblaba la barbilla y me sorbía los mocos. Me dolía ver a Andy así. Yo entendía que parir dolía, pero era un dolor al que no podía enumerar, parecía algo fuera de toda categoría.

Estaba asustada, yo no quería pasar por eso.

Tristemente debo decirte, que...

Por favor, no lo digas. Nada es efusivo y desde que salga de aquí iré a la farmacia.

Eso no ser...