Capítulo 69

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—Ya duerme casi toda la noche, —Decía Andrea sobre mi sobrina. —Al principio fue difícil, solo dolía una o dos horas, pero empecé una rutina y ya se está adaptando. La falta de sueño y tanto levantarme de la cama para verla, ya me estaba pasando factura.

    —Cariño, no te levantabas siempre.—Incluyó mi cuñado Jhoazz que se supone estaba hablando con Charly de Fútbol.

    —Es tú hija, también te toca. Si ella despierta cuatro veces en la noche, dos veces vas tú y dos yo. No te creas que tendré para mi sola los momentos desagradables.

    —Estoy de acuerdo contigo. Papá debe cambiar pañales y desvelarse también.—Secundó Camila.

    —Charly, querido, ve tomando nota.—Bromeó Oriana que empezaba a relajarse nuevamente luego de la llegada de su madre.

    —Concuerdo con ustedes. Creo que ambos deben hacerlo, en hijo de los dos. —Agregué.

    —Exactamente. Ori sabe que tanto yo como ella cuidaremos a nuestros hijos. Un hijo es una responsabilidad de ambas y nosotras queremos pasar juntas por todas las experiencias. Hemos decidido no delegar la crianza de nuestros hijos a una niñera. —Dijo Tasha y Oriana la miraba llena de amor.

    Verlas juntas me ponía feliz. Mi amiga estaba enamorada y era correspondida.

    —Michelle me ayuda mucho, sin embargo yo amo todo lo relacionado con ser mamá. Los pañales apestosos, los gritos por pañal húmedo o cólicos. Todo. A veces me frustro porque no se por que llora pero amo estar ahí con ella y no perderme nada.

    Andrea abrazó más a una Rainbow que dormitaba en sus brazos. El amor que había en us mirada al ver a su hija me daba envidia. Ya quería verme así, sosteniendo a mi hijo y pasando por todas esas cosas. Yo tampoco quería que otra persona criara a mi hijo para yo estar relajada, me encargaría de su cuidado y educación yo misma. Me emocionaba imaginarme arrullando a mi bebé hasta que durmiera, y ver a Dorian sosteniéndolo.

    No seremos con su madre, nosotras mismas le enseñaremos a caminar y a hablar.

    Como me enseñaron a mí.

    Siguieron hablando y luego de un rato me percaté que mi esposo aún no había regresado. Habían pasado varios minutos. ¿Qué estaría haciendo?

    Miré en dirección a la entrada y no vi rastros de él. Volví mi mirada hacia donde estaban mis padres y noté que la rubia atrevida no estaba junto a su maleada maestra. Recorrí todo el patio buscándola con la mirada y al no encontrarla mi corazón empezó a latir muy deprisa.

    Un presentimiento desagradable se posaba sobre mí.

    Me levante bruscamente de mi silla y fruncí al ceño.

    —Artie, ¿Qué Pasa?—Preguntó Camila.

    No le contesté cada vez que miraba a un lugar y no veía a Leticia o a Dorian mi estómago más se apretaba.

    Mis ojos volvieron al grupo de los adultos mayores y algo llamó mi atención como un iman. Agatha que ha estado todo el tiempo con la cara arrugada, ahora se veía diferente. Su semblante relajado, casi contenta. Ella me miró y no pudo esconder rápidamente su satisfacción. Me negué a apartar la mirada de su cara y ella levantó su perfilada ceja y la comisura de sus labios de movió hacia arriba en una sonrisa traviesa.

    Ella sabía algo...

    Apreté mis temblorosas manos en puños. Rabia pura, como lava fundida, irradiaba por mi cuerpo. La compulsión de entrar a la casa era insoportable y obedecí.

Casada Con El Enemigo ©️ +18 CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora