Capítulo 72

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—¡Artemis!

Alguien me llama, pero todo esta oscuro y la voz se escucha a los lejos. No puedo deducir de donde proviene pero es una voz familiar, intento agudizar mi oído para escuchar mejor pero es inútil estoy muy cansada así que desisto.

—¡Artemis, amor! —De nuevo me llaman, ahora escuché mejor... Siento que mueven mi cuerpo. —Vamos, cariño despierta, por favor despierta.

Dorian.

Mi esposo me esta llamando, quiero abrir los ojos, pero me pesan los párpados. Intento moverme y él vuelve a sacudir mi cuerpo, pongo mi energía en despertarme y logró abrir un poco lo ojos.

—oh amor, gracias a Dios, —Tiene cara de alivio.

Me estrujo los ojos y trato de sentarme. Con su ayuda lo logró.

—¿Qué haces aquí? Creo que estoy soñando. —Sonreí.

—No estás soñando, acabo de llegar, Jacueline me ha llamado preocupada, dice que no te despertabas.

—¿De que hablas? Apenas me he dormido. ¿Cómo has llegado tan rápido?

Mi cuerpo y mis sentidos se sentían embotados.

—No, Artemis. —Lo miró parpadeando lentamente. Es como estuviera drogada con plomo líquido. —Son las 6 de la tarde, has dormido más de catorce horas seguidas. —No reaccionepues no le creía mucho.  Mi mirada debió deducir lo que pensaba. —No estoy jugando.

—Hueles muy rico.—Es mi respuesta. Huele divino y me encanta. Sus brazos están en mis hombros y trato de acercarme a su calor. Mi esposo está aquí y me siento más segura.

—Artemis, amor, algo no está bien. Debemos llevarte al hospital.

¿Hospital? ¿Para que?

—Estoy bien, mi guapo esposo. Solo es mi hemoglobina. Me hace sentir cansada y soñolienta.

—Con más razón debemos llevarte al doctor.

—No quiero.

—Si iremos. Ahora mismo.

—No, Dorian, no quiero. Quiero dormir.

—Dormirás luego.

Me puso de pie y todo pesaba. Mi esposo estaba decidido a llevarme arrastras.

—Iré al baño, espera.

—Esta bien.

Me sentía más despierta y así mismo recordé que no había duchado y tampoco había lavado mis dientes.


—¿Qué haces?—Le pregunté porque lo vi seguirme dentro.


—Te acompañaré, no te ves muy bien.


—No, para nada, te quedarás fuera.


—Artemis...


—Necesito privacidad, si pasa algo te llamo.


Le cerré la puerta en la cara y me dispuse a aliviar y a lavar mi cuerpo.


—Háblame. —Escuché que dijo mi esposo detrás de la puerta, varios minutos después. —¿Artemis?—inquirió cuando no contestes de inmediato.


Suspirando de enojo abrí bruscamente la puerta y salí, ya había terminado.


—Estás siendo pesado.


—No, estoy preocupado y tú te lo tomas a al ligera.

—Ya te dije que no es nada. —estaba subiendo unas bragas por mis piernas en el vestido y él detrás de mi como mi sombra.

Casada Con El Enemigo ©️ +18 CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora