Una semana después.
—Hola Cami,—Contesté la llamada entrante a mi móvil.—Quería llamarte hoy, necesito..
—Artie...Yo..—Camila no podía hablar. Estaba llorando.
—¿Camila, que pasa? ¿Estas bien? ¡Háblame!—Estaba asustada con escenas horribles pasando por mi cabeza.
—Estoy bien.. no lo sé. ¡Ay Artie!
¡Mierda!
—Camila, me estás asustando. ¿Estas herida?
—No, yo... ¿Podemos vernos?
Eso ni se preguntaba.
—¿Dónde Estas y estaré ahí lo más pronto que pueda.
—Estoy camino a tu casa.—Dijo ella.
Yo iba camino a la oficina. Tenía trabajo que hacer y los días pasados estuve muy ausente.
—Está bien. Ahí te veré.—Contesté.
—Si.
—¿Cami?
—¿Si?
—Todo estará bien. Ya te veo.
—Gracias.
Terminamos la llamada y me quedé algo triste. Camila no era de las mujeres que lloraban así.
—Josh, cambio de planes. Regresamos a casa.—Él asintió y con las medida de precaución giró el auto para regresar a casa mientras yo hacía una llamada.—Hola Christian, creo que hoy tampoco podré ir a la oficina.
Cuando Camila llegó a mi casa y nos encontramos en la sala de estar, mi amiga se veía horrible. Estaba desaliñada. Sus ojos rojos y ojerosos. No se había peinado. Algo debía andar muy mal. Ese atuendo era más para mí que para ella.—Camila...—Apenas dije su nombre y ella rompió a llorar. La abracé fuerte y la dejé desahogarse. Mis propios ojos se humedecieron por el sentimiento con el que ella lloraba. La única vez que la vi deshacerse así fue cuando su madre murió. Esperaba que la razón del llanto no fuera nada tan grave.—Todo estará bien. Ya lo verás.
Yo era un poco torpe en consolar a otros. ¡Diablos! Ni siquiera sabía consolarme a mi misma.
Cuando el llanto cesó, mi amiga se limpió las lágrimas.
—Lo siento—Dijo con voz ronca.
—No te disculpes. Ven, vamos a sentarnos y me cuentas que te tiene Tan mal.
—¡Ay Artie!—Lloró más cuando nos sentamos en los sillones. La dejé llorar. Creo que eso era lo que ella necesitaba.
Laurel bajaba las escaleras en ese momento y cuando nos vio se acercó con cara de preocupación.
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Casada Con El Enemigo ©️ +18 Completa
De TodoNo se porque demonios siento un tremecimiento en todo el cuerpo. Él no debería hacerme sentir así. ¡Demonios! No quiero sentirme así con él. Pero que va, la vida no es perfecta y aquí estoy; haciéndome gelatina en los brazos de un hombre al que det...