En algún momento en su vida, la mujer tiene uno o varios pensamientos sobre su boda. El día en que ese hombre o mujer increíble llegue a su vida y quiera compartir su futuro con ella. La idea de vestirnos hermosas, con joyas y un vestido de novia, que nos haga resaltar más que nunca, ser el centro de atención de la persona amada y expresar nuestro amor frente a otras personas, está arraigado en nuestras almas. Muchas mujeres rudas fingen no tener esos pensamientos; pero hasta la mujer más lastimada soñó con tener su feliz para siempre. Yo fui engañada, el amor que regalé fue pisoteado deliberadamente y poco valorizado, no obstante, en lo más profundo siempre quise tener mi momento. Dar el sí quiero a la persona amada y que ese amor sea recíproco, ver el mismo afecto en la brillante mirada del hombre elegido, puesta en mí, declarándome su amor.
El día de mi boda debió ser algo importante, marcar un precedente en mi vida. Decir acepto se supone que llenaría mi alma de regocijo, que la sonrisa de felicidad no se borraría de mi cara, que la elegancia y belleza de la suite nupcial me encandilaría, en cambio todo fue diferente.
Caminé por un pasillo desierto en una capilla impersonal y austera. Los asientos estaban vacíos. Me paré frente a un hombre que la vida eligió para mí, me miré en sus ojos, los cuales brillaban pero no con afecto. Un desconocido pronunció palabras ensayadas y carentes de emoción. Pronuncié promesas falsas y mentí sobre mis sentimientos. Sabía por qué lo hacía, estuve de acuerdo y por propia voluntad hice todo. Sin embargo, horas despues, mientras veo el sol alzarse sobre la ciudad del pecado, debo confesar que mi corazón se reciente un poco.
La hermosa vista del amanecer, desde este ventanal, debería agradarme y calentarme; la elegancia y atención a los detalles de esta lujosa suite nupcial debería agradarme, en cambio me siento indiferente, fría y hasta podría decir que triste. Este es uno de los pocos momentos en los que anhelo que algunas cosas de mi vida sean diferentes. La vida no es tan sencilla, ni siquiera para los ricos.
El sonido de la puerta del baño me obliga volver a la realidad.
La noche anterior me fui a la cama a descansar sin tener previsto que horas más tarde estaría en un lujoso hotel en otro estado, casada con un hombre con el que no me llevo bien, pretendiendo amarlo y actuando como una colegiala enamorada. Mi familia lo es todo para mí, por ellos y por su felicidad estoy dispuesta a hacer cualquier cosa, incluida tratar con él indeseable de Dorian Zaba.—Estoy hambriento, ¿Pido el desayuno a la habitación? O ¿Prefieres que bajemos al restaurante?—Dorian hace las preguntas mientras seca su cabello con una toalla.
Acaba de salir de ducharse. Su torso está desnudo y solo lleva una toalla enrollada en su cintura. Pequeñas y furtivas gotas de agua salpican su pecho y mi estómago se contrae. Entrecierro los ojos y me enojo. Odio que se sienta tan relajado con esta situación mientras yo me siento inestable, detesto que mi estúpido cuerpo reaccione a cualquier cosa relacionada con el suyo.
Respiro y me encamino hacia el baño.
—Has lo que quieras, no tengo hambre—digo mientras me encierro en el baño. Una gigante mentira. Si tengo hambre pero no quiero fingir que estamos aquí por las razones equivocadas. Esto es como un trabajo, un trabajo del que depende mi familia y debo hacerlo bien. No puedo engañarme ni bajar la guardia, o de lo contrario, puedo tener consecuencias fatales, a fin de cuentas soy humana y soy mujer.
Cuando era más joven y estaba enamorada de William, cuando era idiota, deseaba casarme con un vestido hermoso, de corte princesa y una larga cola. Ahora al mirarme al espejo me doy cuenta que la vida da muchas vueltas. El vestido con el que me casé hoy no es de corte princesa; ni tiene larga cola, es un sencillo vestido de verano, corto hasta mis rodillas y color beige. Me negué a seguir mancillando la institución que otros consideran sagrada.
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Casada Con El Enemigo ©️ +18 Completa
De TodoNo se porque demonios siento un tremecimiento en todo el cuerpo. Él no debería hacerme sentir así. ¡Demonios! No quiero sentirme así con él. Pero que va, la vida no es perfecta y aquí estoy; haciéndome gelatina en los brazos de un hombre al que det...