Capítulo 76

833 58 8
                                    

Cuando abrí los ojos me di cuenta de dos cosas. Uno, mi esposo nunca me devolvió la llamada; dos, ya había amanecido.

Miré mi móvil y eran las nueve y media de la mañana. No había señales de Dorian y tenía apenas unos minutos para bañarme y encontrarme con Christian en el vestíbulo.

Me levante sintiéndome extraña. Como en tensión. Parecía eso que llamaban un mal presentimiento. Quizás se debía a la falta de comunicación con Dorian, pero si algo malo hubiese pasado ya me habrían llamado.

Solo eres tú incapaz de concebir la idea que tu esposo se divirtió y Olvido demostrarte cuanto te extraña. Dale un respiro al hombre. Debió quedar frito después de tanto traqueteo con esos empresarios. Quizás hasta le dieron clases de cómo comer con palitos. ¿Los japoneses comen con palitos? O ¿solo lo hacen los chinos?

Ni idea, pero asumo que sí. Tienes razón, estoy siendo tonta. Son mis hormonas.

Y tú neura de siempre.

A las diez en punto bajé al vestíbulo y Christian ya estaba ahí, al parecer el entusiasmo lo hizo madrugar. Nos acercamos al restaurante a que mi amigo tomara café y yo té. No tenía mucha hambre y estaba segura de que me antojaría de comer algo por ahí, sin mencionar que estaba ansiosa por probar la pizza.

Al salir del hotel y antes de entrar en el auto que nos esperaba, me fijé en que Christian y yo nos habíamos vestido más o menos iguales. Ambos llevábamos Jeans desgastados, aunque los suyos estaban rotos en las perneras, y yo tenía una camiseta blanca de Moschino, mis converse blancos y una cazadora negra. Christian tenía una camiseta negra y no llevaba cazadora. No es que estuviera haciendo un frío invernar, pero acostumbrada a mi cálida LA, el norte se me torna más fresco.

—¿Listo para conocer Nueva York? —Le pregunté.

—Listísimo. —respondió enfundándose sus gafas de sol.

También me puse las mías y nos subimos al auto.

Desde el momento en que cruce las puertas del hotel, me sentí observada. En el auto seguía sintiéndome de la misma manera, quizás era porque tenia a Josh y a otro desconocido conmigo o que a esta hora aún seguía sin saber nada de mi esposo. Estaba vivo, de eso no había dudas, pero no me había llamado desde la noche anterior. Tuve el impulso de llamar a Jackie a preguntar tarde si Dorian había ido a casa, pero rechacé el pensamiento. Eso puede mal interpretarse como celos o desconfianza, no como lo que es, preocupación de una esposa ante el comportamiento de su esposo. Además que si Dorian estaba bien, pues que me llamara cuando quisiera, si no lo había hecho hasta era, era porque no le interesaba saber de mí o que yo supiera de él.

Esperaba que tuviera de excusa que estuvo tirado en un lugar golpeado o desangrándose, de lo contrario estaría enojada.

Mierda, eso no. Tampoco que se desangre.

Loca. Tampoco así.

¡Ay! Es que es un tonto. Ya quiero yo saber que diablos hace y donde esta. Debe ser algo demasiado importante, más importante que saber de su esposa embarazada que está en una ciudad a cientos de kilómetros. Quien lo viera con el drama de llamarlo a cada hora y el se desaparece.

Ya le gritaremos cuando aparezca, ahora, distráete un poco. Dorian esta bien, quizás este borracho en el techo de algún edificio y no se haya despertado. Ya te llamará cuando despierte.

Jaja ni que fuera la película Hangover.

Todo es posible en esta vida, niña.

No digo que no, pero tampoco que sea exactamente como el libreto de una película.

Casada Con El Enemigo ©️ +18 CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora