Capítulo 28

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       Esa noche, Dorian llegó a la casa muy tarde, no es que yo lo estuviera esperando, sino que yo me acosté temprano, para no verlo, y la última vez que miré el reloj eran las Díez de la noche y él no había llegado.

Tampoco durmió a mi lado, su lado seguía hecho cuando me desperté.

El día anterior hablé con mi madre sobre la situación de mi falta de personal y estuvo de acuerdo en mi elección de contratar a Laurel. Me dijo que empezara con ella y que de ahí partiera con lo demás. Quizás no eran necesarias muchas personas para quedarse permanentes en la casa, ya que solo éramos Dorian y yo y no dábamos trabajo.

Ese mismo día llame a Laurel y le dije que pasara por la casa a primera hora de la tarde para poder ultimar detalles de su contratación y que empezara lo más pronto posible.

Bañada y limpia bajé a la cocina a hacer la lista del supermercado. No estaba dispuesta a salir a comer fuera todos los días. Me gustaba la comida hogareña.

Al entrar me paré en seco de la sorpresa. Había una mujer de unos cuarenta años moviéndose con desenvoltura por toda mi cocina.

—¿Quién rayos es usted?—pregunté alterada.

       —Buenos días señora, —Saludó al volverse hacia mí—Mi nombre es Jacqueline. La señora Agatha me envió. He trabajado por muchos años para la familia Zaba. Estoy a su servicio, y espero complacerla en todo. ¿Puede decirme que le preparo para desayunar?—dijo ella muy amable.

        Así que mi entrometida suegra no entendió lo que le dije. Hizo lo que le dio la gana y, por encima de mis deseos, envió a la mujer que dijo.

       Mi enojo empezó a crecer. Estaba harta de que todos pensaran que podían tomar desiciones por mí. Miré a la mujer y la pobre me miraba expectante. Estaba enojada pero ella no tenía la culpa y fue muy amable conmigo.

      —Disculpe Jacqueline, por favor llámame Artemis. Estaría encantada de un buen desayuno, pero me temo que no tenemos despensa.

        —No se preocupe por eso señora Artemis. Yo misma compre algunas cosas luego de hablar con el señor Dorian.

       —Hablaste con Dorian—Pues claro, ese traidor debía saber todo.

       —Sí, señora. Llegue temprano esta mañana y la señora Agatha le dijo que había hablado con usted para que yo viniera. Así es como entré.

       —Entonces mi suegra te dijo que vinieras hoy.

       —La señora Agatha me dijo que ayer se encontró con usted y que ella amablemente le dijo que yo podía ayudarla con la casa. Ustedes se pusieron de acuerdo y yo vine hoy. ¿Dígame que desea desayunar?

       —Un omellette con un solo huevo y beicon. Dos tostadas con mantequilla, por favor.

       Jacqueline inmediatamente se puso a sacar cosas de mi refrigerador lleno, que yo no nunca llené, y a preparar mi desayuno.


       Mi suegra aparte de frigida es una descarada. Atreverse a decir que yo estuve de acuerdo en contratar a Jacqueline me enfurece.

En pocos minutos la mujer puso un plato con un rico olor frente a mí. Empecé a comer y estaba delicioso.

—Esto está delicioso Jacqueline, muchas gracias.

—No tiene que dármelas, estoy a su disposición.

—¿Agatha Te dijo excamente que harías aquí?—pregunto porque no se si hasta a delegarle las tareas se atrevió mi suegra.

—No exactamente. Ella solo me dijo que me presentara y hablara con el señor Dorian. Pero el señor me dijo que usted se encargaría de todo y yo debía responderle. Le seré sincera y disculpe mi atrevimiento. La señora Agatha a veces puede ser muy entrometida en la vida de sus hijos y por la expresión de su rostro cuando me vio, estoy segura que usted no decidió que yo estuviera aquí. Si usted no me necesita yo lo entiendo y puedo marcharme, usted no se preocupe.

Casada Con El Enemigo ©️ +18 CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora