Capitulo 13

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       Al día siguiente, me desperté con la misma ropa de la noche anterior. Al parecer caí rendida y nunca me bañé. Lo positivo era que no tenía dolor de cabeza ni el estómago revuelto.

       Después de bañarme y lavar mi cabello, salí a buscar algo de comida. Yo siempre tenía hambre, Dios mío, parecía como si estómago no tuviera fin.

       En mi camino a la cocina, no me encontré a nadie, imagino que todo el mundo estaba fuera.

        Yo definitivamente necesitaba buscarme un trabajo o alguna cosa que hacer, que estar en esta casa caminando para arriba y para abajo todo el día.

        —Buenos Días—saludé a las mujeres en la cocina. No sabía que hora era. Me devolvieron el saludo y yo me acerqué a la nevera.

       —¿Necesita algo señorita?—preguntó Ana, toda diligente como siempre.

       —No te preocupes Ana, yo me prepararé algo rápido.

       Algo rápido fue que me prepare huevos revueltos con jamón, tocineta y tostadas francesas con frutas y Nutella.

       Sin ganas de subir otra vez las escaleras, camine hasta el solitario y enorme comedor y me senté a desayunar. No había empezado a comer cuando fui interrumpida.

       —¡A ti te quería ver! ¡Eres una entrometida!— una muy furiosa Andrea me gritaba cosas mientras se acercaba.

       —De nada—le dije sonriendo y seguí comiendo.

        —¡¿Eso es todo lo que tienes que decir?!

       Negué con la cabeza.

        —Que dejes de gritar. Estoy al lado tuyo.

       —¡Ni siquiera te arrepientes! ¡Desvergonzada!

       —¡Andrea, basta! Te hice un Maldito favor.

       —¡¿Favor?! ¡Yo nunca te pedí que me ayudaras!.

       —¡Carajo! ¡Deja de gritar!—gruñí, me dolían los oídos—¿Te rechazó o algo?—pregunté. Ella negó—¿Entonces cual es el problema?.

       —¡Que no era tu incumbencia! ¡No tenías derecho a decirle antes que yo! ¡Es mi hijo y es mi hombre, yo decido si decirle o no!.

       Ni siquiera tuve la oportunidad de contestarle porque fuimos interrumpidas.

        —Así que es cierto—dijo la grave voz.

        Ambas nos giramos en la dirección de la persona que habló. ¡Mierda! De todas las personas que habían en esta casa, mi padre fue quien escuchó los gritos de la loca de mi hermana.

       Se le veía furioso. Estaba con la cara sonrosada.

        —A mi despacho las dos, ahora.

       Siguiendo las órdenes de mi padre, tomé mi plato y fui a su estudio. Aún tenía hambre y no dejaría que mi comida se enfriara porque Andy estuviera molesta y no entendiera que lo hice por su bien.

        Me senté en una silla frente al escritorio de mi padre. Andrea lo hizo a mi lado y se quedó mirándome.

        —¿Qué?—preguntó con un poco de brusquedad.

        —¿En serio?—señaló mi plato.

        —Tengo hambre—contesté con indiferencia.

        Estuvimos un rato en silencio. Yo llenando mi estomago, Andrea en no se qué, hasta que mi padre entró acompañado de mi madre.

Casada Con El Enemigo ©️ +18 CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora