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* Narra Yan An *

Empezamos a planificar nuestra boda. Le dimos muchas vueltas, y decidimos hacer honor a nuestras culturas. Yeo llevaría el traje tradicional coreano y yo el chino. Quizás quedaría una mezcla muy rara, pero sería diferente a nada que antes hubiéramos visto o vivido.

- Quizás pueda usar el traje de mi padre. - dije entusiasmado.

Mi madre siempre me decía que cuando me casase podría usar el traje de mi padre, y que mi novia podría usar el suyo. Cuando salí del armario, no pude hacerlo delante de ella, no pude ver su reacción, pero creo que se lo esperaba. Recuerdo aquella conversación. Le hablé de que llevaba un tiempo saliendo con un chico, que me gustaba mucho y le quería muchísimo. Ella guardó silencio durante unos segundos. Después me contestó que amar era confuso y podía ser doloroso, pero desde luego que era hermoso. Mi familia siempre me había apoyado en todo. Me apoyaron cuando salí del armario, y me apoyarían en el momento que les dijese que nos casaríamos.

Cuando hice mi comentario Yeo no volvió a abrir la boca. Estaba tan emocionado que tardé en darme cuenta. Luego me callé y le vi extrañado. Por su mejilla corría una lágrima.

- Yeo... 

Le abracé con fuerza durante unos minutos.

- Qué te pasa, amor?

Volvió a esconder el rostro en mi pecho y simplemente me dediqué a acariciar con cariño su cabeza.

- No creo que mi familia vaya a aceptar esto. - dijo con la voz quebrada.

Le miré extrañado y besé su frente.

- Igualmente quiero conocerles. Quiero invitarles a nuestra boda, quiero que vengan y quiero que sean felices con su hermoso yerno chino.

Yeo rió débilmente y se abalanzó contra mí, tirándome en la cama. Besó mis mofletes y mis labios. Agarraba mis manos intentado inmovilizarme, y yo no me movía, no por no poder, si no por la ternura que me causaba la escena.

- Hyung, no quiero causarte problemas.
- Si mi familia no me acepta como soy, y no acepta a la persona que amo, dejan de ser mi familia. No voy a dejarte jamás por nada, Yan An.

Sonreí y le robé un beso. Besé sus labios siete veces más. Después me incorporé y le abracé.

- Tú y los chicos sois mi familia.

Aquellas palabras llenaban mi alma de alegría. Conocernos por casualidad y amarnos con locura.
Le aparté el flequillo de la cara y le besé la frente, luego la punta de la nariz, la boca, una oreja y finalmente el cuello. Yeo, sobre mí, se mordía el labio mientras dibujaba una sonrisa en sus labios y cerraba los ojos. Aplastó mi cara contra su pecho sin que yo tuviera tiempo de reaccionar, y me soltó para besarme una última vez.

- Quiero un hijo tuyo.
- Eso va a estar difícil, Chang-gu.
- Hazme el amor hasta que me quede embarazado.

Los dos nos reímos como idiotas pos su tonto comentario.

- Te haré el amor tantas veces como quieras.
- Sarang Haeyo, Yan An.
- Sarang Haeyo.

Lemon Yan-Gu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora