Lemon Yan-Gu

LXII

* Narra Yeo One *

Llegamos al hospital donde se encontraba mi padre interno.
Llamé a mi hermano, le dije que estábamos en la recepción. Me preguntó como había accedido a ir y cómo había tardado solo 4 horas en aparecer.  Se lo expliqué todo, y le dije que ojalá pudiesen haber sido 4 minutos.

Bajó a buscarnos a la recepción. Vestía de negro; su cabello había crecido desde la última vez, hacía unos 4 meses. Le notaba más guapo. Al verle, le di un abrazo y Yan An otro. De camino a la habitación nos preguntó cómo íbamos con el grupo, la boda y qué tal nuestros compañeros. Todo iba sobre ruedas.
Llegamos a la habitación, y mi hermano fue el primero en entrar. Yo tenía miedo, pero Yan agarró fuerte mi mano. Me sonrió y me hizo pasar delante.
Mi padre no parecía enfermo. Quizás estaba un poco más pálido de lo normal, pero no noté ningún otro síntoma.

- Hola, Chang-gu. - Saludó serio.
- Hola papá. No vas a saludar a Yan An?
- Hola, Yan An.
- Hola señor... - hizo una reverencia y se apartó un poco.
- Me dijo mi hermano que querías hablar con nosotros.
- Así es... Yo... Quería disculparme por mi mal comportamiento otra vez. Supongo que no tiene nada de malo que mi hijo sea gay. Lo siento si os hice daño. No quiero morir sin hacer las paces con mi hijo pequeño... Me has dado tantas alegrías... - noté una lágrima por su rostro. No me lo creía, mi padre podía llorar?

Por el rostro de mi hermano también bajaba una lágrima traicionera. No la secó, simplemente dejó que siguiera su trayectoria.
Yan An miraba la escena conmovido. Quería llorar, pero no lo haría. Tenía que ser fuerte.

- Papá, nunca debiste tratar así a Yan An. Ni a mí. Él es un hombre maravilloso. Es la mejor persona del mundo. Siempre me ayuda y me alegra la vida. Le amo papá, y no dejaré de amarle jamás.
- No quiero impedirlo. Quiero que ames a quien quieras y que seas feliz. Es tu vida Yeo Chang-gu.

Me sentía orgulloso. Yan An buscó mi mano. Yo busqué sus labios y le besé delante de mi padre. Soltó una leve risa y apartó la mirada.

Milagrosamente se recuperó. Nadie sabe por qué. Vivió, aguantó, y me prometió que iría a nuestra boda. Y lo cumpliría.