LIII

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* Narra Yeo One *

En qué momento tenía yo pensado presentar a Yan a mi familia? Hacía siglos que no les veía, y tampoco hablaba con ellos desde hacía mucho. Eran bastante conservadores, y dudaba mucho que aceptasen nuestra relación. Me dolía pensar que mis propios progenitores no nos aceptasen. Les costó aceptar que quisiese ser Idol. Mi hermano era un poco más liberal, de pequeños éramos el mayor apoyo el uno del otro, y nunca nos separábamos. Con el tiempo fuimos perdiendo esa cercanía, hasta el punto de no saber nada de él en meses.
Pensé que lo mejor sería ir a visitarles a Daejeon, primero a mi hermano, y después a mis padres. Les invitaríamos a la boda, y si realmente me querían irían sin importarles que mi pareja fuese un joven chino. Al hecho de ser hombre, se le sumaba lo de ser extranjero, a los cuales mis padres tampoco toleraban demasiado bien. Realmente odiaba las ideas de mis padres.

- Yan An, quiero ir a Daejeon. Quiero que conozcas a mí familia. Pero quiero que tengas en cuenta que pueden ser personas muy detestables por sus ideas. Mis padres son muy estrictos y conservadores. No sé hasta qué punto pueden estallar. Pase lo que pase, yo te amo y te amaré.

Yan An se sorprendió y sonrió. Acarició suavemente mi rostro y abrazó mi cintura.

- Nunca pensé que conocería a alguien capaz de enfrentarse a su familia por mi. Supongo que eso es estar enamorado, darlo todo por esa persona rezando por no perderla jamás.
- No dudes de mi Yan An. Por ti daría mi vida.

Agarró mis manos y se tapó la cara con ellas. Aprovechó para acariciarse el rostro con ellas y frotarse como un pequeño gatito.
Trató de imitar el ruido de un pequeño minino produciendo un sonido muy tierno.
Mis mejilla se tornaron del color de sus labios, rosa claro y brillante.

- Quédate a mi lado pase lo que pase, por favor.
- Me quedaré a tu lado, encima y debajo de ti, hyung.
- Eres un chinito muy cochino Yan An...

Se quitó la camiseta y levantó la mía tímidamente unos siete centímetros.

- Enséñame tu cuerpo Chang-gu. Adoro ver tu hermoso cuerpo.

Mis mejillas siguieron tomando color mientras me desnudaba tímidamente. Tenía el torso completamente desnudo. Una ráfaga de besos cayó sobre él. Yan An y las lluvias de besos eran de lo más bonito y excitante...
Acabamos completamente desnudos, frente a frente, observándonos con lujuria y pasión desenfrenada. Hicimos el amor como tantas otras veces, con las manos entrelazadas y los corazones unidos por una química invisible pero fuerte.

Lemon Yan-Gu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora