XCIV

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*Narra Yeo One*

La vida puede ser hermosa pero da muchas vueltas. Cuando nuestro pequeño Kun empezó a ser un poco 'mayor", decidimos adoptar a Uni.
Era una preciosa bebé de apenas 1 mes de vida.
Con nuestra querida bebé, las cosas no fueron tan bien. Ella resultó ser una niña muy enfermiza. Cada pocos días, hacíamos una visita al médico, siempre con la incertidumbre de no saber que tenía la pequeña.
Hasta que un día un médico dió con su problema. Tenía una enfermedad rara que afectaba a algunos de sus órganos internos, y, lo peor, todavía no se había estudiado mucho, y por lo tanto no había una medicina para ella.

Durante meses, incluso años, hicimos que cada minuto de la vida de Uni fuese lo mejor posible, hasta que llegó el día.

En una de nuestras comunes visitas al médico, nos habló de una posibilidad. Era una medicina experimental, que podría o no funcionar. El médico fue claro, si no hacían nada al respecto, las posibilidades de supervivencia de la pequeña Uni disminuían hasta cifras de un solo dígito. Fue devastador para Yan An y para mi escuchar aquellas palabras, y también para los chicos, quienes ahora tenían que cuidar a Kun más seguido. Nuestro grupo estaba en hiatus, la compañía lo entendía y esperaba que todo mejorase pronto y volviésemos a por todas. Todos éramos una familia, y como familia pasábamos una mala racha en la que permanecimos juntos. Los chicos sabían que los necesitamos más que nunca, y por eso todos dedicaron la mayor parte de su tiempo a nuestros hijos.

Kun siempre aceptó bien a su hermanita, no le tenía celos y entendía que estaba "malita". Le gustaba pasar tiempo con sus hyungs aunque a veces necesitaba el amor de sus padres, el cual, a pesar de las circunstancias, nunca le faltó.
Nuestro niño nunca llego a saber las bajas posibilidades de supervivencia de su hermana, pero, aunque todavía era pequeño, sabía que tal vez algún día Uni dejase de estar en nuestras vidas. Así había sido como Hongseok Omma de lo había explicado. Teníamos miedo de decírselo nosotros y no ser lo suficientemente fuertes para aguantar las lágrimas y preocuparle.

Pronto empezaron con la medicina experimental, aunque parecía no dar resultado, pues la pequeña estaba más enferma que nunca y nosotros muy preocupados.

Un día, cuando nuestra hija estaba hospitalizada, en una de esas tristes camas de hospital que casi conocía mejor que su propia cuna, tomé su mano mientras dormía y le hablé.

- Mi pequeña Uni. Eres tan fuerte... Nunca imaginé que mi bebé pudiese ser tan increíble y pudiese soportar tan bien esto. Mi niñita... - las lágrimas rodaron por mi mejilla - siempre con esa hermosa sonrisa en la cara, ajena a toda esta injusta situación. Te amo mi angelito.

Tras esto noté una mano en mi hombro y sentí a Yan An llorar. Giré mi cabeza y allí estaba, tapándose la cara con su otra mano mientas intentaba sonreírme. Se agachó y le abracé, después de eso, empecé a cantar una de nuestras canciones, la cual él me siguió.
Uni abrió los ojitos y sonrió al ver a sus padres cantar juntos. Al igual que Kun, amaba la música y le encantaba que cantásemos y bailásemos.
Tras esa canción, todo cambió.

Lemon Yan-Gu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora